Estas fotos pertenecen al blog de Patri.

17 de enero de 2012

Capitulo 16 /Pasión en la playa/

AVISO: El contenido de esta historia NO es real, es totalmente ficticio, creado por y para los fans, para pasar un buen rato, leyendo historias de sus ídolos. Disfrutad!


Capitulo 16 <Pasión en la playa>


Después de limpiar toda la casa llamé a Ángel, tenía ganas de verle, no le diría cuales eran mis sentimientos como me había dicho Patricia, pero bueno, poco a poco al final saldría todo a la luz.
Cuando me dijo que estaba con sus sobrinos, sentía ganas de pegarle un puñetazo a la pared y al final decidí que se trajera a los niños a casa, que ya me daba igual, lo importante era estar un rato con él.
Cuando llamaron a la puerta y abrí, los niños se abrazaron a mi como locos, gritando mi nombre, Ángel se sorprendió al ver la escena y me miró con una sonrisa. Abracé con fuerza a los niños y mientras los abrazaba cerré los ojos, pensando que aquellos eran mis hijos y que tenían al padre perfecto.
Me separé de ellos y sonreí mirándoles "Maldita sea, le estoy cogiendo cariño a estos críos"- pensé.
-Chicos, tengo galletas de chocolate- los niños me miraron con ojos golosos- ahora os doy ¿vale? pasad.
Los niños pasaron corriendo y me quedé a solas con Ángel.
-Que amor te han cogido- dijo mientras entraba a casa.
Cerré la puerta- Sí, son un encanto los dos.
-¿Que tal estás?
Asentí- Bien ¿Y tu?
Ángel sonrió- Bien también.


Nos sentamos en el sofá y los niños no tardaron en venir a mi a pedirme las galletas que les había prometido.
-¿Que pasa bonitos?
-Quiero galletas- dijo el pequeño.
Abrí los ojos- ¿De chocolate?
El niño asintió chupándose una mano.
-¿Es que a ti te gusta el chocolate?
-Zi
Me levanté del sofá- Ven conmigo- me lo llevé a la cocina y saqué las galletas del armario. El niño tendió la mano para cogerlas nada más ver el paquete, pero lo alcé para que no lo cogiera. Él me miró desconcertado.
-Me tienes que dar un besito si las quieres- me agaché y el niño me dio un dulce beso en la mejilla y yo le di el paquete, nada más tenerlo en su poder se fue corriendo con su hermano.
-Como te los ganas ¿Eh?- me dio Ángel al volver al salón.
Le miré a los ojos, dispuesta a soltarle una indirecta- A los niños es más fácil ganárselos.


Después de todas las pruebas y una vez bajado el sol, volvieron a dejar  tiempo de descanso hasta la hora de marchar a casa, que sería por la noche, un poco tarde.
Patricia decidió hacer un poco de footing por el paseo de la playa, cuando el sol bajó por completo, dio la vuelta, al llegar vio una silueta sentada en la arena, en la orilla de la playa, no había nadie al rededor y apenas había luz, pero supo que sería Dani, porque estaba sentado en el mismo sitio de esa mañana. Volvió a acercarse a él y se sentó a su lado.
-Volvemos a encontrarnos.
Él la miró- Hola.
-¿Que haces?
Dani se encogió de hombros- Pensando sobre la vida.
-Hasta de noche el mar es precioso ¿A que si?
- Sí.
Patricia se acercó a él- ¿Que tal has pasado el día?
Él asintió- Ha estado bien, unas clases muy entretenidas y productivas.
Patricia asintió- ¿Por qué estás solo todo el día? ¿Por qué no vas con los demás?
Dani se encogió de hombros- Me apetecía estar solo.
-¿Eso quiere decir que me vaya?
-No, no, ni mucho menos- la miró- agradezco tu compañía.
De repente y sin esperarlo, Patricia se lanzó a  besar sus labios, se lanzó de tal manera que acabaron los dos tumbados en la arena.
Patricia se separó un poco de su cara tras el beso para ver la reacción de este, pensaba que la rechazaría, pero resultó ser todo lo contrario.
Se rebozaron juguetones como croquetas en la arena mientras se daban un ardiente beso.
-¡Que peligroso esto! en la arena, donde todo el mundo nos puede ver- dijo Dani agarrándola del cuello.
Habían rodado tanto que se habían quedado muy a la orilla y el suave oleaje les estaba mojando los pies, pero a ninguno de los dos pareció importarle demasiado.
Patricia se sentó a horcajadas encima de Dani y le miró sonriente.
-Amigo... esto parece un ascensor, me estoy elevando... ¿Que pasa ahí abajo?- dijo sonriente. Él soltó una carcajada y giró para ponerse él encima de ella.
-¿Seguro que aquí no nos va a ver nadie?
Patricia le miraba desde abajo, le agarró de la camiseta y lo acercó a ella- ¡Cállate, eso ahora no importa!- tras decirle esto se envolvieron en un beso.
Envueltos por la pasión, cada vez estaban más cerca de la orilla y ninguno de los dos se daba cuenta, de pronto vino una ola un poco más grande que las otras y les mojó más de la cuenta, pero ninguno de los dos se inmutó. Patricia tenía todo el pelo mojado, ya que era la que estaba abajo, pero los dos seguían presos de su pasión, una simple ola no les iba a fastidiar el momento.


-David cariño, no comas más galletas de chocolate que luego te duele la barriga- le dije al niño cogiendo el paquete.
-Cuando empiezan no pueden parar- me contó Ángel- Son unos golosos.
Me acomodé en el sofá, estaba muy a gusto aquel día, me sentía la mamá de los niños, estaba feliz. El mayor se había tumbado en el sofá y estaba allí desde hacía un rato. Miré a Ángel.
-Oye ¿le pasa algo a Rubén?
Ángel le miró extrañado- Parece que no está bien.
Me levanté y me agaché al lado del niño- Rubén ¿que te pasa cielo?- le puse una mano en la frente y boquiabierta miré a Ángel- Este niño está ardiendo.
Ángel se levantó de un saló y le tocó la frente.
-Rubén ¿Te encuentras mal, verdad?- le pregunté.
Él niño asintió, estaba pálido.
-Tiene mucha fiebre.
Ángel suspiró y miró al niño. El pequeño David estaba todo el rato al lado de su hermano y de vez en cuando le pegaba en la pierna y le gritaba para que fuera a jugar con él. Al verle, me lo llevé a un lado y lo tomé en peso.
- David, hoy el hermanito no puede jugar contigo.
- ¿Po que?
-Porque está malito, tiene que descansar ¿vale?
El niño negó- Quero que juebe.
Negué- No puede cariño- le di un besito en la mejilla- déjale tranquilo- le dejé en el suelo e inmediatamente se fue de nuevo a pegarle a su hermano para que se levantase.
Ángel y yo nos miramos- Berta, me tienes que hacer un favor muy grande.
-Dime
-Si me los llevo a los dos, David no parará de molestar a Rubén, te pido por favor que si te lo puedes quedar aquí, y ahora dentro de un rato, cuando llegue mi hermana, vengo y lo recojo.
Asentí- Claro que si, faltaría más- busqué las llaves de casa- toma- se las tendí- son mis llaves, llévatelas y cuando vengas no tienes que estar llamando.
Ángel las cogió sorprendido y me miró- gracias.
-Ahora llévatelo y que descanse.
Ángel cogió al niño en peso- Muchas gracias- se acercó a mi y me dio un beso en la mejilla.
Cerré los ojos "ya que estaba, me  podía haber dado un piquito en los labios"- pensé.
Ángel el puso una mano en la cabeza al pequeño y este le miró- David te quedas con Berta un ratito, yo voy a llevar al hermano a casa para que se ponga bueno.
El niño asintió.
-Pórtate bien- me miró de nuevo- gracias, de verdad.
-Nada, ya sabes que estoy para lo que quieras.


A pesar de la hora que era, aquel niño parecía dispuesto a no dejar de jugar conmigo nunca. Pero la verdad es que me lo estaba pasando muy bien con él.
-¡Que te pillo!- le grité y empezamos a correr al rededor del sofá. El niño se reía a carcajadas y una vez que lo pillaba, le hacía cosquillas y más se reía.
Casada, me senté en el sofá y el se subió y se sentó a mi lado.
-¿Te lo estás pasando bien?
El niño asintió y se abrazó a mi, se me caía la baba con aquel niño, era tan dulce y tan mono...
-David ¿Quieres un vasito de leche?
-Zi- asintió de una cabezada.
Le hice un vaso caliente y se lo llevé al sofá, al verme llegar, frunció el ceño y negó con la cabeza.
-¿Que pasa cariño?
-En el bibe
Solté una carcajada y me senté a su lado- Aquí no tengo tu biberón
El niño se enfadó y se negó a bebérsela de la taza, entonces usé mi imaginación para conseguir lo que quería.
-Bébetela de la taza, como los niños grandes. Porque tu ya eres un niño grande.
Con aquello, se la bebió toda. Después, para relajarlo, le puse una película de dibujos y nos acomodamos los dos en el sofá. él se echó encima de mi y se durmió, me hizo gracia ver que se había dormido apoyadito en mi, yo le rodeé con el brazo y con delicadeza apoyé mi cabeza en la suya, antes de darme cuenta yo también estaba durmiendo.


Continuará...

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