Estas fotos pertenecen al blog de Patri.

13 de noviembre de 2011

CAPITULO 8 /De compras con un emperchado/


CAPITULO 8

<De compras con un emperchado>

Encontré a Berta realmente rara ese día. Estábamos en mi casa, y ella estaba como ausente, apenas me hablaba, era yo la que le tenía que dar conversación, si no, ella seguía allí sentada en el sofá, mirando sus pies.
-¿Te encuentras bien?-le pregunté preocupada. Ella me miró y me asintió de una cabeza. Aunque no me convenció mucho. La conocía demasiado y sabía que no estaba bien. No quería preguntarle mucho, porque sabía que ella sola se rayaba, si algo había aprendido estos años atrás, era que a Berta no había que presionarla, había que dejar que ella te contara las cosas, que encontrara el momento.

Me quedé mirándola unos instantes, y me di cuenta de que ni si quiera se daba cuenta de que la estaba mirando. Le puse una mano en la rodilla y ella me miró.
Con una sonrisa en la boca le dije-Dímelo
Ella sonrió, se reía porque sabía perfectamente que le pasaba algo. Berta me negó con la cabeza. Y decidí dejar de hacerle preguntas. Al cabo de un rato en silencio, mi amiga me miró sonriente y esta vez fue ella la que me preguntó.

-Oye…y tú… ¿Qué rollo llevas con Ángel?-me preguntó subiendo y bajando las cejas.
La miré con cara de “no flipes” y negué con la cabeza-Ninguno tía, es un capullo de primera
Berta soltó una carcajada-¿Y eso?
-El otro día me lo encontré por la calle con la moto-la miré a los ojos y con cara de asco le dije-¡que imbécil!
Berta sonrió-Un imbécil que está tó bueno-dijo soltando una carcajada
Sonreí yo también, la risa de Berta siempre se me pegaba-Pues yo no sé donde le veis el encanto
Berta me miró entornando los ojos-Ahora me dirás que no te gusta…
Negué-No me gusta
Berta abrió los ojos como platos-Tía… ¡Es el dios del barrio! Que es guapísimo ¿Le has visto sin camiseta?
Sonreí al ver a mi amiga babeando al recordar el torso desnudo de Ángel
-Y tiene un culo que te mueres
Negué con la cabeza mientras sonreía-Que no Berta, que a mí no me gusta, además que, por muy bueno que estuviera, es un idiota, yo no salgo con idiotas.
Berta me miró-El pobre es un chico de pueblo…y se ha criado con esa gente, no puede dejar de ser así.
Agaché la cabeza y después miré a mi amiga-y la ha tenido que tomar conmigo…parece ser que ya se las ha tirado a todas y viene a por mí
Berta soltó una carcajada-Pues, yo no me he acostado con él…así que, a todas, todas…no se las ha tirado
Miré a mi amiga sonriente-entonces, si no te has tirado a Ángel ¿Por qué tienes esa cara de estar en otro planeta? ¿Por qué estas tan rara?-Aquello me lo puso a huevo para volver al tema e investigar lo que le pasaba a mi amiga.

En ese momento Berta fijó su mirada en sus pies y no me contestó. Empezaba a preocuparme, Berta y yo siempre nos lo contábamos todo y que me ocultase algo no era muy normal.
-Sabes de sobra que me lo puedes contar
Ella me miró-ya, ya sé que puedo, pero…
Le puse una mano en el hombro-No hay peros, soy tu amiga y siempre nos lo contamos todo. ¡Te escucho!
Berta volvió a fijar su mirada en sus pies y se movían nerviosos. Al rato me negó con la cabeza-No Patri, no estoy preparada para contártelo, quizá otro día
Asentí-pero… ¿Puedo estar tranquila?
Ella me sonrió tratando de calmarme-Claro que sí, no es nada malo…creo.

Berta se fue de mi casa, pero a los cinco minutos volvió a llamar a la puerta. Abrí y me extrañé que fuera ella otra vez.
-¿Se te ha olvidado algo?-le pregunté. Ella me negó y me tendió una carta. La cogí-¿y esto?
-Es de Carlos, me lo he encontrado por el camino y me ha dicho que si te la podía dar
Fruncí el entrecejo y miré la carta-bueno, gracias
-Hasta luego, ya me contarás

Cerré la puerta y me fui al salón a leerla. La abrí, estaba toda escrita a mano. El corazón me dio un vuelco cuando empecé a leerla.

“Hola amor…-¿Por qué me haces esto?-pensé y seguí leyendo-“Soy Carlos, quiero que sepas que los días sin ti se hacen más pesados, me cuesta no tenerte a mi lado. Te necesito Patricia, te necesito más que nunca en ese momento. Quizá sea un poco cursi escribirte esto por carta, pero me da miedo acercarme a ti. Me gustaría que nos viéramos, quiero otra oportunidad, creo que la merezco. Y cuando te tenga de nuevo conmigo, te juro que no nos separaremos nunca porque te haré la más feliz del mundo. Te quiero demasiado. Un beso gigante, Carlos”

La cerré con lágrimas en los ojos. ¿Por qué se empeñaba en hacerlo todo más difícil? No quería saber nada más de él, quería dejar el pasado atrás, buscar una nueva vida, y él no estaba en esa vida. Ya está, aquello fue precioso pero no daba más de sí. Le quería aún, sí, pero deseaba no volver a verle. Me levanté con la carta en la mano y la tiré a la basura, pensé que sería el mejor sitio donde podría estar. Así evitaría encontrarla un día por los cajones y volver a romper a llorar como una tonta.

Pasaron dos largas semanas, dos semanas en las que estuve desconectada de todo. En ningún momento supe nada de mi amiga, ni de Dani. Normalmente nos llamábamos o nos enviábamos un sms cuando llevábamos mucho sin vernos, y ninguna de las dos lo había hecho. La verdad es que me extrañé que Berta no me lo hubiera enviado al ver que yo no lo hacía.

Esa mañana, decidí irme de compras, iría a comprarme ropa, pues me hacía falta alguna camiseta o algún pantalón. Cogí el bolso, comprobé que llevaba todo lo que necesitaba y me fui a comprar. Me encantaba ir de compras, mirar un modelito, mirar otro, probármelo todo, y más me gustaba si iba sola, sin nadie que me molestase. Cogí una camiseta que me gustó bastante y algunos pantalones, y fui al probador. Estaban todos ocupados, así que, me paré delante de uno a esperar que saliera la persona que estaba dentro para entrar yo. De repente la cortina se abrió, al ver quién era, cerré los ojos y pensé-Dios, no, no puede ser verdad, no puedo ser tan gafe.

-¡Hola guapa!-me dijo Ángel-¿Qué haces por aquí?
-Pues mirando ropita
Él me sonrió y me enseñó una chupa de cuero-mira, me llevo esto, necesitaba una
Asentí y cogí la cortina-Bueno, voy a probarme esto, adiós-cerré bruscamente y mientras me probaba las cosas, recé para que se fuera, para que cuando saliera hubiera pagado y se hubiera ido de la tienda.
Cuando salí, me lo encontré parado delante de la cortina, sonriente. Respiré hondo y le sonreí falsamente.

-Seguro que te queda genial todo lo que te has probado, me lo tenías que haber enseñado
Le miré de reojo mientras andaba hacia donde había cogido la ropa. Él me sonrió
-¿Te llevas algo?
-No-dije sin más y me fui a buscar otras cositas. Pensaba que no, pero Ángel iba detrás de mí con la chupa en la mano. Me paré para mirar una camisa de cuadros, saqué la percha, me gustaba. Detrás de mí, escuché a Ángel decir
-Esa te quedará genial, irás muuuuuy, sexy
Me giré y le miré frunciendo el ceño-gracias, pero puedes ahorrarte los comentarios
Se limitó a sonreírme. Estaba deseando quitármelo de encima, era un pesado, no le soportaba. Como vi que llevaba la chupa en la mano, decidí salirme de la tienda para entrar a otra. Era una buena táctica, mientras que pagaba, yo ganaría tiempo y le perdería de vista. Salí de la tienda sonriente y a paso ligero. Ángel, al ver que me iba, dejó la chupa encima de un montón de ropa y corrió para pillarme.

-Ey, que me quedo atrás
Frené en seco y le miré a los ojos-¿Ya has pagado?-le pregunté extrañada
Él me negó-no, la he dejado en la tienda
Seguí andando, sin hacerle caso, trataba de hacer como si no existiera. Me metí a otra tienda.
-Oye, ¿Puedo ir contigo? Así te digo que te queda bien y que te queda terriblemente bien ¿vale?
Apreté con fuerza la mandíbula, ya no sabía qué hacer para que se fuera y me dejara en paz. ¿Por qué le tendría que haber conocido? Si lo llego a saber nunca hubiera ido a esa fiesta.
-Ángel, no hace falta que me acompañes, me gusta probarme la ropa a mi aire
-Vamos, necesitas el punto de vista masculino
Le miré fijamente a los ojos y él me sonrió
-No Ángel, gracias

Por más que insistía, no se despedía, no se iba de mi lado.
-¿Has venido andando?-me preguntó
-Sí
-Pues luego te puedo acercar en la moto
Negué rotundamente mientras miraba una camiseta azul celeste muy bonita-No, me gusta ir dándome un paseo
Ángel agachó la cabeza y me cogió una camiseta-esta, esta es especial para ti
Me di la vuelta esperando encontrarme con una camiseta horrible, pero me quedé alucinada, era realmente una camiseta especial para mí. Me encantó, la cogí y miré a Ángel sonriente.
-¡Me encanta!-sonreí y él también me sonrió-¡Tienes un buen ojo! Ahora tengo que buscarle unos pantalones-Me fui a buscar unos pantalones que fueran bien para la camiseta pero no encontré ningunos que me gustaran. De repente, vi a Ángel llegar con unos en la mano.
-Estos-me dijo. Los cogí, eran unos pantalones vaqueros, muy bonitos, también me gustaban. Miré a Ángel alucinada, nunca hubiera imaginado que un tipo como él, fuera a saber tanto de ropa y encima de mujer.

-¡Me gusta! ¡Gracias!
Él me guiñó un ojo-ve a probártelo
Me dirigí al probador, y antes de cerrar, Ángel cogió la cortina y me dijo-Yo quiero verte ahora con ese puesto ¿vale?
Asentí y me tiré más de cinco minutos sin abrir la cortina, me estaba mirando en el espejo, me encantaba mirarme con ropa nueva. Jugaba a imaginarme con otros pantalones que ya tenía, me gustaba que si me llevaba algo, luego me combinara con todo. Ángel abrió un poquito la cortina por un lado y se asomó. Le vi a través del espejo y le sonreí.

-Abre-le dije. Él abrió un poco más para mirarme y me regaló media sonrisa.
-¿Qué tal?-le dije girando sobre mí misma.
-¡Preciosa!
Sonreí y le di las gracias volviendo a mirarme en el espejo.
-¿Me permites que te diga una cosa?
Fruncí el entrecejo, viviendo de él, podría ser cualquier cosa, le hubiera dicho que no, pero en ese momento estaba muy feliz.
-Sí, dime
Ángel me sonrió antes de decírmelo, yo también sonreí al ver esa sonrisa di pillín en su cara-Esos pantalones te hacen un culo de muerte
Sonreí y me giré para verme el culo en el espejo, me di una palmadita y ambos soltamos una carcajada. Al mirarle a través del espejo, vi que se estaba mordiendo el labio.
-Bueno, entonces… ¿Me lo llevo?
Él me asintió-Sí, si no te lo llevas, te pego
Cerré la cortina y me cambié de nuevo, para ponerme mi ropa. Pagué lo que Ángel había elegido y salimos a la calle.

Ángel se paró enfrente de mí-has hecho una buena compra ¿Vas a comprar más cosas?
Negué-No, tenía pensado arrasar con las tiendas, pero mejor que no
Él me sonrió-Entonces ¿No quieres que te lleve a casa?
Me lo pensé un momento y finalmente le dije que no, que me iba andando
Ángel se encogió de hombros-bueno, lo que usted diga-dijo haciendo la gracia
Sonreí-De verdad, gracias por ofrecerte, pero me voy andando
-A mi no me gusta ningún trabajo llevarte ¿Eh?-Ángel insistía, pues deseaba con toda su alma llevarme a casa.
Sonreí. No quería volver a montar con ese gamberrillo en la moto, no me gustaba como conducía.

Ángel me miraba esperando una respuesta definitiva, pues contestase lo que contestase no me iba a preguntar más. Al ver que tardaba en responder, me cogió una mano.

-Anda ven-me dijo llevándome hacia su moto. No me negué, y tampoco le solté la mano, dejé que me llevase a donde él quisiera. Al llegar a la moto, me soltó la mano y me miró, yo estaba sonriente, lo que le hizo sonreír a él. Abrió el asiento y sacó dos cascos. Me dio uno a mí, el más pequeño-Toma, póntelo-Lo cogí y le miré a los ojos. Me iba a llevar a casa, él había ganado.
Se puso su casco y luego me miró, recordando que aquel día no podía abrochármelo, pero vio que ya lo tenía puesto. Subió a la moto y me miró para ver cómo me subía y si necesitaba ayuda. Me agarré a sus hombros y me impulsé para subir, una vez arriba, Ángel le quitó el seguro y casi sin darme cuenta ya estábamos circulando.

-Oye, ¿es que no te acuerdas de donde está mi casa?-le pregunté al ver que me llevaba por un sitio donde mi casa pillaba bastante lejos.
-Sí, claro que me acuerdo-me gritó sin apartar la vista de la carretera
-Pues no lo parece, por aquí no es
Se giró un poco para hablarme mejor-Lo sé, tranquila, sólo agárrate bien-al decir esto, inclino la moto tanto, que su rodilla casi tocaba el asfalto. Cerré los ojos fuertemente y me ahogué un grito de terror. Al terminar la curva, le di un golpe en el hombro y noté como se descojonaba.
-No vuelvas a hacer eso, imbécil –le grité enfadada

Al rato, Ángel aparcó delante de un restaurante, se quitó el casco y se giró para mirarme, yo seguía con el casco puesto. Le miré con los ojos entornados, no me había gustado el viaje, iba todo el tiempo asustadísima. Él me levantó el cristal de los ojos para verme y al ver me la cara, sonrió. Me bajé de la moto y me quité el casco. Miré alrededor, para ver a donde me había llevado ese tío.
Ángel le puso el seguro a la moto y guardó los cascos. Después me miró.

-¿Se puede saber porque me has traído aquí?-le pregunté frunciendo el entrecejo-Esto no es mi casa
Ángel me sonrió-Bueno, he pensado que…después de un día de compras, tendrás hambre
Me quedé algo parada al escuchar eso y luego le sonreí. Era de corazón duro, pero cuando quería, tenía buenos detalles.
Vi como se retocaba el pelo en el espejo de la moto y luego se daba la vuelta sonriente, me señaló el flequillo y me dijo-Tú también deberías de hacerlo, el casco de la moto es muy traicionero.
Sonreí y fui a ponerme bien el pelo, Ángel no dejaba de mirarme mientras me retocaba, al darme la vuelta me di cuenta de que miraba con una sonrisa…¡¡A mi culo!!

Entramos al restaurante y nos sentamos en una mesa. Ángel hizo algo que me dejó un poco bloqueada. Llevaba una chaqueta puesta y vino a mí, me la quitó con delicadeza y la dejó colgada en la silla, le miré extrañada cuando fue a sentarse en su silla, él me sonrió.
-Es mejor así, aquí dentro hace mucho calor
Me senté en la silla y le sonreí. Entonces, al sentarme, me di cuenta de que había terminado en un restaurante, sentada enfrente de Ángel, comiendo con él…
Se me hizo extraño como había pasado todo, pero no sentí ganas de levantarme e irme corriendo, me daba igual quedarme. Pedimos la comida, yo no sabía ni de qué hablar con él, no tenía la confianza como para contarle cosas. Pero de repente y sin pensarlo, le pregunté.

-¿Tu eres así con todas?
Ángel frunció el ceño-¿Cómo?
Asentí-si eres así con todas las mujeres
Ángel negó con la cabeza y dio un trago a su cerveza
Fruncí el entrecejo-¿Y por qué conmigo si?
Él me regaló media sonrisa, pero no me contestó.
-Sé que me quieres llevar a la cama, pero no hacía falta tanto, esto ¿Por qué es? ¿Por qué no me puedes meter mano en tus fiestas como a las demás, no?
En ese momento me di cuenta de todo lo que le estaba diciendo, y le miré, la cara de Ángel era un poema en ese momento, no entendía nada.
-Perdóname-le dije al ver que había hablado más de la cuenta. Él me asintió y me sonrió, tratando de hacerme ver que no pasaba nada.
Durante la comida no pasó nada interesante, la mitad del tiempo Ángel estuvo contándome sus historias, que la verdad era que no me interesaban nada, pero fingía que sí. Al terminar de comer, nos paramos al lado de la moto y Ángel me miró a los ojos.

-Bueno…
-Gracias por pagar-le dije sonriente
-No iba a dejar que pagases tú, que encima has venido arrastrada
Solté una carcajada y me puse el pelo tras la oreja.
-No, en serio, muchas gracias, a una no la invitan a comer todos los días-sonreí y vi que Ángel se acercaba a la moto para sacar los cascos, pero me extrañé porque solo sacó uno.
-Pues nada, yo ya me voy
Fruncí el entrecejo-¿Cómo que te vas? ¿Y yo qué?
Ángel se encogió de hombros-píllate un taxi o algo-me dijo abrochándose al casco
-Pero…pero ¿tú eres imbécil?
Ángel me sonrió y dio potencia a la moto haciéndola rugir un par de veces. Me miró y se fue. Me quedé mirándolo con cara de idiota. ¿De verdad me había dejado allí plantada? ¿Sola? ¿Sin poder volver a casa? Me senté en el bordillo de la acera. Maldiciendo a Ángel en voz baja.

Continuará...

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