Estas fotos pertenecen al blog de Patri.

22 de noviembre de 2011

Capitulo 14 /Tú no me puedes consolar/

AVISO: El contenido de esta historia NO es real, es totalmente ficticio, creado por y para los fans, para pasar un buen rato, leyendo historias de sus ídolos. Disfrutad!


LO SIENTO, NO SÉ PORQUE SALE TAN PEQUEÑA LA LETRA! :(
Titulo: LACASITOS DE COLORES

Capitulo 14 <Tú no me puedes consolar>


Mi cara ese día era todo un poema, parecía un zombie, había recapacitado sobre lo que había hecho con Ángel y me había quedado pillada. Necesitaba contárselo a alguien, pero me daba corte. Así que, preferí no abrir la boca. ¿Me había liado con el macarra? ¡Con esa persona con la que siempre acababa peleándome! Y la verdad es que reconozco que me gustó, que no quería parar. Ángel tenía algo especial, algo que hasta esa noche no había sabido ver. Lo que tenía de especial, era su corazón. Me di una ducha, lo que había pasado con él no salía de mi mente, no podía dejar de pensar en ello. Me vestí y decidí qué hacer. No quería llamar a Berta, pues me conocía demasiado y nada más verme sabría qué había pasado algo y se lo acabaría contando. Me senté en el sofá y de repente, una sonrisa llegó a mi boca, al recordar lo que en ese sofá había pasado. Me llevé una mano a la cabeza y suspiré-¿Qué me pasa? ¿Por qué no dejo de pensar en él?-me dije a mi misma.
Y es que sentía ganas de llamarle, de hablar con él sobre lo que había pasado, pero por otro lado, me lamentaba de lo que había hecho.

Resoplé-No…es un macarra, yo no me junto con ese tipo de personas-pensé mirando al techo. De repente escuché en la calle el rugido de una moto. Me levanté corriendo del sofá para mirar por la ventana. Vi a Ángel quitarse el casco y mi corazón dio un vuelco, mi sonrisa se despertó y automáticamente corrí hasta la puerta, la abrí y le esperé junto al marco. Ángel se dio la vuelta y me vio allí parada, con una sonrisa en la boca. Él me sonrió también, guardó el casco y se acercó a mí. Nada más llegar me dio dos besos.
-Hola princesa
-Hola, guapo-¿Perdona? ¿Le había dicho guapo? ¿Qué me estaba pasando?
-¿Qué tal has dormido?-me preguntó con una sonrisa y sin dejar de mirarme a los ojos
-Muy bien ¿y tú?
Ángel frunció el entrecejo-digamos que bien, pero…bueno…
Le cogí del brazo-ven, pasa, no te quedes ahí-le metí a casa y fruncí el entrecejo-¡Nunca había tenido tantas ganas de que entrase a mi casa!-pensé mientras cerraba la puerta-¿Venías aquí?
Ángel se dio la vuelta y me asintió-Sí, aquí venía…
Le sonreí y me lo llevé al salón, nos sentamos, justo de la misma forma en la que estábamos sentados la noche anterior antes de besarnos.
-Dime ¿Querías algo en concreto?
Él me miró a los ojos y me asintió-Venía a hablar contigo sobre una cosa que estuve pensando ayer
Desvié la mirada y mi corazón se aceleró.

-Verás, tengo dos billetes de tren
Le miré con los ojos abiertos como platos y esperé deseosa a que siguiera hablando
-Los compré hace tiempo para irme con un colega, pero…
Sonreí al escuchar eso y al ver que estaba algo nervioso, nunca le había visto así y me encantaba.
-Bueno, que quiero que vengas conmigo
Le miré a los ojos
-Son para ir a la playa ¿Te apetece?
Sonreí y asentí varias veces-claro que sí, además me encanta la playa
Él me sonrió y respiró aliviado, ya me lo había dicho y la respuesta había sido la que a él le gustaba.
-Lo malo es que no llegamos a reservar hotel ni nada
Le miré extrañada y él me sonrió, decidió contarme la historia entera
-Verás…habíamos quedado con mucha más gente, íbamos a hacer una fiesta de cojones en la orilla de la playa, pero la gente no podía y tal, así que nos hemos quedado con los billetes en la mano. Por eso no reservamos hotel, porque íbamos a estar toda la noche en la playa
Sonreí y negué con la cabeza-No sé porque, pero no me extraña
-Así que, he pensado que podríamos ir a pasar el día

Asentí, le dije que sí, me parecía una buena idea. Ángel sonrió y se levantó-Pues los billetes son para mañana
Le miré con la boca abierta-¿Para mañana?
Él me asintió-¿Algún problema?
Agaché la cabeza-No, no, ninguno
-En ese caso, mañana me paso por aquí tempranito ¿vale?-me dio un beso en la mejilla y se fue.

Me quedé pensando, pensando en que al día siguiente había quedado con Berta para ir de compras, y ya lo teníamos planeado desde hacía mucho. ¿Cómo le decía yo a Berta que no? No podía decirle que no porque me iba a la playa con Ángel. Estuve un buen rato pensando en la excusa perfecta y al final la encontré.

Estuve un buen rato pensando en la excusa perfecta y al final la encontré.

-Oye Berta, que mañana no vamos a poder ir de compras, es que, me ha llamado mi madre diciendo que me vaya a Valladolid que necesita verme urgentemente-le mentí y ella pareció creérselo, me preguntó que si pasaba algo importante, pero le dije que no, que estuviera tranquila.
Nada más colgar, fui a prepararme una mochilita, donde me llevé todo lo necesario para un día en la playa. Esa noche me fui a dormir con un nudo en el estómago. ¿Por qué? Solo iba a la playa. Pero por eso no era, el nudo lo tenía por, con quien iba a la playa…cerré los ojos fuertemente e intenté relajarme y dormirme. Antes de darme cuenta entré en un profundo sueño. A la mañana siguiente, me levanté antes que sonara el despertador y no tardé ni diez minutos en ducharme, pintarme, vestirme…al estar preparada, me fui a la estación de trenes, donde había quedado con Ángel. Llegué muchísimo antes de la hora a la que habíamos acordado, feliz porque sería la primera, pero me equivoqué, cuando llegué, él estaba sentado en un banco, con el móvil, me quedé un poco bloqueada y le miré frunciendo el ceño. Él no me había visto, así que, me puse a su lado y esperé a que me mirara. Ángel subió lentamente la mirada y acabó posándola en mis ojos.

-Pero bueno…-me dijo mirando la hora-¿Qué haces aquí ya?
Sonreí-Pues, aquí estoy ¿y tú?
Ángel soltó una carcajada-eso digo yo, mira quién habla
Me senté a su lado-¿Llevas mucho tiempo?
Se miró la hora-pues, media hora, casi
-Pero…hemos quedado dentro de una hora-sonreí-¿y ya estamos aquí los dos?
Ángel me asintió y me miró a los ojos-Habrá que esperar hasta que salga nuestro tren…

La hora se me pasó hablando con Ángel, como si hubiera esperado diez minutos.
Nos montamos en el tren, no sabría decir cuál de los dos iba más feliz. Se notaba el ambiente de felicidad que ambos derrochábamos. Había miraditas por parte de los dos. Durante el viaje, estábamos al lado. Yo iba con la cabeza apoyada en la ventanilla. Ángel me observó durante un buen rato y me dijo.
-¿En qué piensas?
Levanté la cabeza y le miré sonriente, no podía decirle en lo que estaba pensando. Me daba vergüenza. Él me sonrió.
-Vale, con esa carilla que me pones…prefiero no saberlo
Le sonreí y volví a apoyar la cabeza en el cristal.
No fue un viaje muy largo, pero a mí se me hizo. Seguramente porque las ganas de llegar a la playa eran muy grandes.
El día fue normal, hacía frío, por lo que no apetecía bañarse, además, al llegar, me di cuenta de que se me había olvidado el bañador. En la playa no había nadie. Así que nos fuimos a tomar algo a un bar donde tuviéramos una buena vista. Entre hablar, paseos, risas y volver a tomar algo, se hizo de noche.
Ángel me dijo que nos fuéramos a la orilla de la playa, yo acepté sin pensarlo, ese día, estaba disfrutando como una niña pequeña, además, Ángel a penas me dejó pagar nada.
-Muchas gracias por ese día, Ángel-le dije mientras íbamos de camino a la playa
-No hay de qué
-Te juro que nunca en mi vida me lo había pasado tan bien en la playa
Ángel me miró con una sonrisa, me rodeó con su brazo y seguimos caminando.

Estaba ya completamente de noche, llegamos a la orilla de la playa. Las olas rompían en la orilla, la luna estaba alta en el cielo y nos iluminaba. A lo lejos, la playa se perdía entre las manchas más oscuras de las montañas. Me encantaba mirar al mar y sentir el viento en mi cara. Decidimos hacer una carrera.
-El primero que llegue allí-me explicó señalando una roca que había en la arena-gana
Le miré alzando una ceja-¿Preparado para perder?
Me miró vacilante-¿Preparada tú?
Le sonreí y empezamos a correr sobre aquella mullida alfombra mojada, al llegar a la mitad de la playa nos paramos y empezamos a caminar el uno junto al otro. Entre jadeos, él me miró.
-Has perdido tú
Le miré de reojo, con una sonrisa-Pues no, has sido tú el primero que se ha parado
-¡Venga ya, yo me he parado porque tú te has parado!
Sonreí-No, no le des la vuelta a la tortilla…yo me he parado porque tu lo has hecho.
Fue lo último que dije de aquella estúpida conversación, seguimos caminando el uno junto al otro, rodeados de aquella paz. Decidí acercarme hasta la orilla, pequeñas olas rompieron antes de mojar mis all star azules. Una ola más caprichosa trató de alcanzarme, retrocedí deprisa y tropecé con Ángel, por suerte, sus brazos me cogieron. No le esquivé, todo lo contrario, le regalé una sonrisa de agradecimiento. Me di cuenta de que sus ojos, rebosantes de amor, me miraban divertidos. Mi corazón empezó a latir con fuerza, pareció darse cuenta de lo que pasaría a continuación.

Ángel se inclinó sobre mí lentamente y, estrechando su brazo, me besó. Sus labios eran suaves y cálidos, frescos y salados, acariciados por el viento del mar. Nos miramos a los ojos y me pasó una mano por el pelo, apartándolo de mi cara. Me dio otro dulce beso en la comisura de los labios.
En ese momento no me paré a pensar en lo que estaba pasando, simplemente caí rendida en sus garras. Sin saber cómo, ambos acabamos tumbados sobre la arena fría, abrazados. Nuestras manos, cubiertas por minúsculos granos de arena, se perseguían divertidas. Sin esperármelo, Ángel me cogió la cara y volví a sentir sus dulces labios. Tras esto, me incorporé apoyándome en los brazos. Le miré, él estaba debajo de mí y sus ojos me miraban fijamente.
Ángel, sonriendo, me atrajo hacia él, acogiéndome con un beso más largo y profundo. Tras ese beso, me abrazó. Me sentía como una princesita. Estaba tan feliz, y me sentía tan bien estando así con él…
Ángel cerró los ojos por un momento, respirando mi dulce sabor.
Yo, le abandoné, me quité de encima y me senté a su lado. Ángel me miró a los ojos, que tenían un brillo especial por la luz de la luna. Me dio un beso en el cuello. Ambos llevábamos un rato sin decirnos nada. Se sentó detrás de mí, me alojó entre sus piernas y me abrazó.

De vez en cuando, Ángel irrumpía en mis pensamientos para darme un beso en el cuello-Ojalá estuviera así contigo lo que me queda de vida-me dijo al oído. Me volví hacia él mirándolo por el rabillo del ojo.
-¡No lo dices de verdad!-volví a apoyar la cabeza contra su pecho.
En ese momento, Ángel me estrechó con más fuerza entre sus brazos. ¿Tenía que interpretar aquello como que me decía que no estaba de broma?
Ángel se acercó apoyando su mejilla contra la mía. Traté de apartarlo, sonriendo, pero en realidad estaba jugueteando. De repente, Ángel me cogió la cara entre sus manos, le sonreí.
-¿quieres darte un baño?-me preguntó
Fruncí el ceño-¿Estás loco? ¿Con este frío? Además, no tengo bañador
Ángel sonrió-pero eso es lo de menos
Hice una mueca de rabia y lo empujé hacia atrás con las manos. Él se levantó y trató de abrazarme, pero esta vez le rechacé.

Terminé sentada a su lado, ambos mirando al frente, el reflejo de la luna en el mar.
Estuvimos un tiempo sin decirnos nada, hasta que Ángel me miró y decidí a preguntarle lo que llevaba tiempo dándole vueltas a la cabeza.
-Oye Ángel…después de esto… ¿Qué?
Ángel encogió un hombro-¿Qué?
-Tú y yo ¿Qué somos ahora?
Ángel desvió la mirada a la luna y respiró hondo, después se encogió de hombros. Agaché la cabeza-Yo…no quiero entrar en una relación estable ahora mismo
Ángel me miró a los ojos, sentí como en ese momento se le partía el corazón en mil pedazos.
-Entonces esto… ¿Qué ha sido para ti? ¿Un calentón playero?-me miró y como no le contestaba, se levantó de la fría arena y empezó a caminar hacia el agua, cabizbajo y con las manos en los bolsillos. Me sorprendí, pues nunca le había visto así, triste, en ese momento no era el Ángel chulito que conocía. Le observé, vi que le dio una patada a una piedra y después, la cogió y la tiró al agua con todas sus fuerzas. Me sentía mal, estaba triste por mi culpa. Por un momento se giró y me miró de reojo, pero luego siguió mirando al mar.
-Ángel-le llamé. Pero él no me hizo caso. Suspiré y decidí levantarme e ir a su lado. La pasé una mano por el hombro y él me miró, nuestras miradas se encontraron por un momento, enseguida él desvió la mirada. Fui a darle un beso en la mejilla, pero él se apartó. Me sentía muy mal-Ángel, no estés triste
Me miró y empezó a andar, alejándose de mí. Me quedé parada y decidí sentarme en la arena. Ángel se paró unos pasos más adelante.
-Nunca te había visto así-le dije sin dejar de mirar a la luna. Él me miró de reojo.
-Si estoy así es porque te quiero con locura, y lo que acaba de pasar no ha sido ninguna tontería para mí-escuché que me dijo. Le miré sonriente y vi que se sentó él también en la arena, pero alejado de mí.
-No quiero que te pongas así-le dije tratando de quitarle el enfado
-Lo siento-me dijo agachando la cabeza-pero es que, me duele mucho esto…si no podemos estar juntos no…no tendría que haber pasado nada de esto
Desvié de nuevo la mirada a la luna-Ángel, yo…perdóname, pero es que no puedo empezar con una relación
Él me miró y asintió de una cabeza-Lo comprendo, ya está, si no puede ser…no puede ser

Sonreí, estaba tan guapo cuando se enfadaba. Me acerqué a él y me senté a su lado, rodeándole con el brazo, para mi sorpresa, él cuidadosamente me quitó el brazo de encima. Fruncí el entrecejo y le miré.
-No me lo pongas mas difícil por favor-me dijo después de apartarme el brazo
Le miré fijamente-pero Ángel, aunque haya pasado esto, yo no quiero dejar de ser tu amiga
Él me miró y me asintió-Lo seguirás siendo
-Entonces, déjame que te consuele-le dije volviendo a pasarle la mano por el hombro, pero automáticamente él me la volvió a quitar.
Negó con la cabeza-No, tú no me puedes consolar…
Nos quedamos allí, sentados en la arena, sin hablar, sin mirarnos. Mirando la luna, esperando a que se hiciese la hora para volver a coger el tren de vuelta.

Continuará...

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