Estas fotos pertenecen al blog de Patri.

17 de noviembre de 2011

capitulo 11 /El globo de agua/

AVISO: El contenido de esta historia NO es real, es totalmente ficticio, creado por y para los fans, para pasar un buen rato, leyendo historias de sus ídolos. Disfrutad!


Titulo: LACASITOS DE COLORES.

capitulo 11 <El globo de agua>


Esa mañana se levantó triste, buscando una excusa para volver a verme, para volver a estar conmigo. Lo primero que hizo fue quedarse mirando por la ventana, mirando a la calle, los coches pasar, las parejitas agarradas de la mano. Quería llorar, pero se contuvo. Al dirigir la mirada a la mesilla vio su móvil allí, y decidió comprobar que no tenía nada. Y así fue, ni un mensaje, ni una llamada.

Le hubiera gustado en ese momento gritar de rabia. Se apoyó en la pared y siguió mirando por la ventana. Cerró los ojos y se imaginó que me tenía, que me besaba, que estaba allí, y me retenía contra la pared, que nos besábamos alocadamente y que yo le pedía más y más. Al abrir los ojos, dos lágrimas cayeron acompasadas por sus mejillas, se dio cuenta de la realidad.
No podía olvidarme ni un minuto, desde que despertaba estaba en su cabeza, ni en sueños me olvidaba. Se sorbió la nariz y fue a vestirse. Eligió ponerse la chupa que iba a comprarse aquel día cuando nos encontramos en la tienda de ropa, pues le recordaba a mí, y aquel día no se la compró, pero al día siguiente volvió a por ella.
Se miró al espejo y se retocó un poco el pelo. Se echó colonia y se sonrió a él mismo.

Se sentó en el sofá del salón, hubiera preparado el desayuno pero no tenía apetito para desayunar, su estómago estaba completamente cerrado. ¿Por qué la chica de la que me he enamorado completamente la primera vez que la vi no se fija en mí?-se preguntaba-¿Por qué todas van detrás de mí, menos ella? ¡Joder! ¿Yo qué coño he hecho?-Se lamentaba constantemente de ser tan gafe. Tenía a medio barrio detrás y a él solo le interesaba una.
Entró al baño y se miró en el espejo un última vez, pues se iba de casa, iba a casa de su madre. Hacía tiempo que no se pasaba por allí y ese día le apetecía visitarla.
Cogió la moto y se fue al centro de Madrid. Su madre vivía en un edificio bastante alto. Así que, decidió coger el ascensor. Y lo que es el destino…antes de que se cerrase la puerta, escuchó a alguien gritar “¡espera!”. Era yo, que llegaba como una loca hacia la puerta, metí un brazo cuando faltaba poco para que se cerrase y el sensor me detectó, volviendo a abrir la puerta.

Ángel y yo nos miramos extrañados. Ninguno de los dos sabíamos porque nos habíamos encontrado allí.
-¡Patricia!-me dijo encantado de verme
-Hola-dije entrando al ascensor
-¿Qué haces por aquí?
Le sonreí-Vengo a ver a mi hermano-Ángel me miró sonriente
-¿Vive aquí?
Le asentí-en el doceavo
-¿Qué dices? Yo vengo a ver a mi madre, vive unos pisos más arriba, en el quinto.
Asentí y ahí se terminó la conversación. Ángel no paraba de mirarme, al ponerme nerviosa, yo desvié la mirada al suelo y de repente el ascensor se paró. Miré a Ángel extrañada.
-¿Qué ha pasado?

Él se encogió de hombros, lo sabía perfectamente, pues, disimuladamente le había dado al stop. Miré a Ángel aterrorizada y él sonrió.
-Ángel, no me gustaría quedarme aquí encerrada, en medio de la nada…
Ángel no dejaba de sonreír-tranquila
Aquellas palabras no consiguieron calmarme. Le di un golpe a la puerta y resoplé, me estaba empezando a agobiar.
-Ángel, de verdad, tengo claustrofobia, no podré estar mucho tiempo encerrada aquí-le dije casi temblando.
Ángel se acercó a mí y me abrazó rodeándome el cuello, acercándome a él y apretándome con fuerza. Yo hice lo mismo, le aferré con ganas a su espalda y me apoyé en su pecho, cerrando fuertemente los ojos e intentando respirar con normalidad. De repente, noté un beso en la cabeza, entonces me di cuenta de que los besos en la cabeza, eran la especialidad de Ángel, pues, siempre que estábamos así, me daba uno.
Levanté mi cabeza y nos miramos a los ojos. Él vio el pánico en mi rostro.
-Tranquila, estoy aquí…estoy aquí, no estás sola-al decir esto, me abrazó con más fuerza y volvió a apoyarme la cabeza en su pecho.

Al cabo de unos cinco minutos, me separé de él y me apoyé contra la pared, estaba temblando, empezaba a sudar y tenía ganas de llorar. O salíamos de allí pronto o me pondría muy enferma. Me fui sentando lentamente en el suelo, arrastrándome por la pared. Y me llevé una mano al entrecejo. Ángel me miraba preocupado.
-¿Estás bien? ¿Necesitas algo?
Le asentí-Necesito salir de aquí
En ese momento se sentó a mi lado y me pasó el brazo por el cuello-¿estás tan mal?
Asentí y le miré a los ojos-Esto me da pánico, te lo juro…ojalá salgamos rápido
-No sabía que tuvieras miedo a quedarte encerrada
-Sí, desde pequeñita
En ese momento, Ángel se levantó al verme tan mal y decidió parar con la bromita, le dio a un botón y el ascensor siguió su camino. Me levanté boquiabierta y le miré a los ojos.

Me levanté boquiabierta y le miré a los ojos.

-¿Tú sabías como se ponía en marcha de nuevo?-le pregunté casi gritando
Ángel me asintió-Le he dado yo para pararlo
Al escuchar eso, la mano se me fue sola, y le di un bofetón tan fuerte, que le dejé la mano señalada en la cara. Ángel se tambaleó un poco, hasta quedar apoyado en la pared del ascensor, se llevó la mano a la cara y pude escuchar que dijo “auuu”.
En ese momento se abrió la puerta, me tenía que bajar ahí, y menos mal porque aquello podría haber terminado realmente mal. Al salir del ascensor, él me cogió del brazo y me di la vuelta.

-¡Patricia espera!
-Déjame
-Espera, no te vayas así, no te vayas enfadada
Fruncí el entrecejo-¿y cómo quieres que me vaya? ¿Dando saltos, sonriendo y diciendo…un capullo me ha dejado encerrada en un ascensor durante diez minutos?
Ángel negó-No, pero…
Me solté bruscamente-¡Que me sueltes!-le dije gritando. Hice un movimiento brusco que permitió que él me soltara el brazo y me fui. Él se quedó en el ascensor, esperando llegar a su planta.

Se miró la mejilla en el espejo, aún tenía toda la marca de mi mano. Sonrió, recordando que por unos intensos minutos me había tenido entre sus brazos. Y yo le había abrazado con más ganas que nunca. Había estado oliendo mi pelo, rozando mi suave piel. Por un momento, nuestros corazones latían acompasados. Aquellos cinco minutos habían sido los más bonitos de su vida. Y había hecho quererme aún más de lo que ya me quería.

El ascensor se abrió y antes de llamar a la puerta, se miró la mejilla en un espejo del pasillo. Aún llevaba mi mano pero pareció darle igual, llamó a la puerta y su madre abrió con una sonrisa de oreja a oreja.
-¡Ángel, cariño!
Ángel le dio un abrazo y un beso en la mejilla. Su madre le miró extrañado la cara y se la tocó.
-¿Qué te ha pasado aquí?
Ángel le quitó la mano cuidadosamente y negó con la cabeza-Nada, no ha pasado nada…
-Pero, es un bofetón-le dijo su madre preocupada-y te lo acaban de dar
Ángel entró y se sentó en el sofá, campando a sus anchas, su madre fue detrás, haciendo su papel de madre, es decir, el de no parar de preguntar hasta saber la verdad.
-¿Quién te ha pegado?
Ángel la miró y negó-nadie, mamá
-¡Ángel!-dijo llamándole la atención
-No te preocupes, no ha pasado nada, estoy bien
Su madre le miró con los ojos entornados-sabes que a una madre no se le puede mentir
Ángel sonrió y desvió la mirada a otro sitio
-¡Te ha dado fuerte!-le dijo mirándole el bofetón
Ángel se llevó la mano a la cara y puso un gesto de dolor-Aún me duele-dijo entre risas

Su madre le insistió tanto que al final, acabó contándoselo por pesada, segundos después, acabó arrepintiéndose de habérselo contado. Su madre empezó a echarle la bronca, le dijo que no tenía que tratar así a las mujeres, que no se merecían ese trato, que se olvidase ya de una vez de ligar. Que se centrara en otras cosas más importantes y eso se lo dejase para cuando hubiera sentado la cabeza.

-¡Que sí mamá!-le dijo Ángel cerrando la conversación-que ya está, se acabó el tema
-No Ángel, es que tengo razón…solo te dedicas a las mujeres y a fiestas…
Ángel la miró frunciendo el ceño y se levantó del sofá-No quiero discutir contigo mamá, eso es lo último que quiero. Otro día vendré, cuando los humos hayan bajado ¿Vale?-abrió la puerta y se fue.

Al cerrarla, se apoyó en la puerta y respiró hondo. Después tomó el ascensor de nuevo para irse. Durante el trayecto deseaba con todas mis fuerzas que el ascensor se parase en el piso donde había bajado Patri, que se abriera la puerta y que apareciese ella, pero no tuvo esa suerte. Yo aún estaba en la casa de mi hermano.
Llegó a la calle y miró atrás, por si bajaba yo, pero nada. Tardó más de la cuenta en ponerse el casco, en subir a la moto y en arrancar, todo eso para hacer tiempo y coincidir conmigo. Esperó unos cinco minutos subido a la moto y al ver que no bajaba, se fue.

A los pocos minutos, bajé a la calle, y me quedé allí parada unos instantes, haciendo exactamente lo mismo que había hecho Ángel, esperarle a que bajase. No sabía exactamente por qué, pero le esperaba. Al cabo de un rato me fijé en que no estaba la moto por ningún sitio, así que, supe que se había ido. Con la cabeza agachada y algo molesta por no volver a haberle visto, me fui.

Ángel llegó a la puerta de su casa y se quitó el casco, sin bajarse de la moto, seguidamente se limpió las lágrimas. Y sí, durante el camino había llorado. Había llorado porque lo que estaba haciendo era empeorar las cosas conmigo. Aparcó la moto sin pensar mucho más en el tema. No se podía creer que aunque solo hubieran sido unas lagrimillas hubiera soltado. Pues él no solía llorar fácilmente, y menos por una mujer, pero es que yo, era diferente para él, si no me tenía se le iba todo. 

A la mañana siguiente, un amigo de Ángel, al que no veía nunca, le llamó. Le dijo que si quedaban, que tenía una preparada para pasarlo bien. Ángel se negó al principio, pues no estaba de humor como para salir, pero el amigo le convenció diciéndole que no se veían desde hacía meses. Al final, Ángel aceptó. Ese chico, era el amigo más travieso, joven y revoltoso que tenía. Cuando llegó a donde él le dijo, le enseñó un cargamento de globos de agua. Ángel alzó una ceja.
-No-le dijo sonriente-¿Qué quieres hacer con esto?
Su amigo se frotó las manos-Tío, mojar a la gente
Ángel se asomó a la calle, estaban en la azotea. Aquel chico tenía el cerebro de un niño de diez años.
-¿me has llamado para venir a tirar globos de agua contigo?
Su amigo le sonrió y asintió de un cabezazo.
-¡Estás loco! Yo no voy a tirar globos de agua a nadie, tengo otras cosas más importantes que hacer, tío
El chico frunció el entrecejo-¿Ángel? ¿Quién se ha llevado a mi Ángel? ¿Qué has hecho con él? Tío… ¡A ti te gustaba tirar globos de agua a la gente!
Ángel asintió y se metió las manos en los bolsillos-pero hace unos cuantos años, ahora ya no.
-¡Ni que estuvieras enamorado!-le dijo su amigo cogiendo un globo de agua, y escondiéndose detrás de la pared.

De repente tiró el globo de agua, estuvo a punto de darle a un chico que paseaba por la acera. Ángel tuvo que esconderse de un salto, se puso al lado de su amigo. Y luego le miró.
-Estas colgado
Su amigo le dio un globo de agua-Toma, lanza a todo el que vas, ya verás que risa…
Ángel negó con la cabeza, su amigo cogió otro globo y lo volvió a lanzar. La verdad es que a la larga, Ángel empezó a pasárselo bien, sobre todo cuando le daban a alguien en la cabeza y lo mojaban por completo. Las risas se sucedían una tras otra y por un momento, Ángel dejó su madurez a un lado y volvió a ser un niño travieso.
-¿A qué no le das a la rubia que está pasando por la acera?-le preguntó su amigo
Ángel, que ni siquiera había mirado, le dijo-Le voy a dar y sin mirar ni nada…-de repente, lanzó el globo hacía atrás y miró a su amigo, que estaba mirando a ver si le daba. De repente le miró con la boca abierta y Ángel se extrañó.
-¿Qué pasa?
-¡Que le has dado!-dijo su amigo alucinando
-¡Venga ya! Si no he mirado ¿Cómo le voy a dar?
-Pues porque tienes una puntería que lo flipas
Ángel miró hacia abajo, para comprobar que era verdad que le había dado. De repente, sus ojos parecieron salirse de las órbitas. Era yo. Se llevó una mano a la boca y se escondió rápidamente. El corazón se le aceleró y su respiración se alteró.
-Joder, que cagada-dijo a su amigo
-¿La conoces?
Él asintió-Lo siento, tío, me voy…

Se levantó corriendo, cogió sus cosas y bajó a la calle, saltando las escaleras de dos en dos. También era casualidad que fuese yo la que pasaba por ahí justo en ese momento. Ángel abrió la puerta que daba a la calle y miró a todos lados, buscándome. Yo estaba mirando hacia arriba, para encontrar al gracioso que me había mojado, si le encontraba se la iba a cargar. De repente, noté que alguien me tocó el hombro, me di la vuelta, tenía todo el pelo mojado, la camiseta se me transparentaba y gotitas me caían por la cara.

-¡Ángel!-le dije extrañada de que estuviera ahí
Él me miró de arriba abajo, extrañado, intentando fingir que no sabía que había pasado. No podía decirme que había sido él, pues la cagaría. Decidió tratarme bien, sabía que era su oportunidad de llevarse un poquitín mejor conmigo.
-Pero… ¡Estas calada!
Le asentí y me puse el pelo tras la oreja.
-¿Qué ha pasado?
Miré hacia arriba-No lo sé, algún gracioso me ha tirado un globo de agua-dijo señalando al globo que había en el suelo.
-Que gentuza, de verdad ¿Vas a casa?
Asentí-venía de comprar unas cosas-me enseñó la bolsa-que se me han mojado, por cierto.
En ese momento me sentí muy culpable, la había mojado yo y sin ningún motivo.
-¡Que desastre! ¿Quieres que te lo vuelva a comprar?
Le miré a los ojos al escuchar eso y esbocé una sonrisa-que va Ángel, mil gracias, pero no tienes porque gastarte el dinero tú, porque a un gilipollas le haya dado por mojarme
Agachó la cabeza, yo, era tan buena, que ahora se sentía más culpable aún. En ese momento se quitó la chupa de cuero que siempre llevaba y me la puso por encima.

En ese momento se quitó la chupa de cuero que siempre llevaba y me la puso por encima.

-Toma, llévatela, no te vayas a enfriar
Le sonreí, me la puse bien y abroché la cremallera. Ángel me miró sonriente
-¡Qué bien te queda!
Solté una carcajada y le enseñé las mangas-mira, me queda grande
Ángel se encogió de hombros-¿y qué? Pero tú vas preciosa
-Gracias-le dije tímida y le miré a los ojos-bueno, muchas gracias, ya te la devolveré-Él me asintió. Me despedí y seguí mi camino. Me pareció raro que Ángel no hubiese venido detrás de mí, acompañándome hasta la puerta de mi casa. Estaba completamente segura de que lo haría, pero me sorprendió. Se quedó allí parado, mirando cómo me alejaba con su chaqueta.

Cuando me alejé lo suficiente, Ángel miró hacia arriba y vio a su amigo mirando la escena desde la azotea. Le sonreía y tenía un globo de agua en la mano. Ángel le sacó el dedo y su amigo se partía de la risa.
-¿A qué te lo tiro por gracioso?-le dijo entre risas
-Cállate, por tu culpa mira lo que ha pasado
Su amigo le miró subiendo y bajando las cejas-¿Es tu novia?
Ángel negó rotundamente y con una carita de “ya quisiera, amigo”-Es una amiga del barrio
-Sí ya…dime la verdad ¿te la has tirado?
Ángel agachó la cabeza-oye, no voy a hablar de mi vida personal a gritos en medio de la calle ¿Vale? ¡Me voy!-le gritó una última vez, le dijo adiós con la mano y empezó a andar hacia su casa.

Por el camino, se encontró con Dani, este le paró para comentarle una cosa que ya tenía en mente junto a Berta desde hacía tiempo. Le dijo que habían decidido de hacer una cenita en casa o irse a cenar por ahí los cuatro. Berta, Dani, Ángel y yo.
La idea a Ángel le pareció buena, pero le sonaba como a una cena de parejitas y sabía que iba a haber un ambiente un tanto incómodo. Pues Dani y Berta eran pareja y él y yo, no.
-¿Qué me dices?-le preguntó sonriente. Ángel se encogió de hombros
-Bueno, pues…no sé
Dani asintió-Sí, nos vemos mañana por la noche ¿Vale? Luego te envío un mensaje y te digo donde
-Pero… ¿Patri lo sabe?
Dani negó con la cabeza-que va, aún no, le he dicho a Berta que hable con ella
-Es que, tío. Ella y yo, no nos llevamos muy bien, ya lo sabes, que siempre acabamos mal
Dani se encogió de hombros-Te doy oportunidades para que hagas que se fije en ti, para reforzar tu relación ella, para buscar una amistad o…
Al escuchar esto último, una sonrisa de enamorado se le dibujó en la cara.
-Bueno, está bien, espero tu mensaje
Dani asintió de una cabezada y se despidieron

Abrí la puerta de mi casa, y justo en ese momento el móvil me empezó a sonar, era Berta. Lo cogí y empezó a contarme no sé qué de una cena, la verdad es que no me enteré muy bien, por lo que tuve que decirle que parara el carro.

-¿Una cena?
-Sí. Dani, Ángel, tú y yo
Fruncí el ceño-¿Es necesario que venga Ángel?
-Sí-dijo sin más. Luego hubo un rato de silencio por parte de las dos y ella siguió hablando-Dani quiere que venga
Resoplé y me dejé caer en el sofá-Pues no sé si voy a ir ¿Eh?
Berta se quedó boquiabierta-¿Cómo que no?
-Pues no sé Berta, pero ¿Dónde es?
-Nos vamos a un restaurante
Cerré los ojos, me apoyé en el sofá y volví a resoplar-Pues no sé
-¡Patri, tía, tienes que venir, yo quiero que vengas!
-Es que…
Berta no me dejó terminar, rápidamente me dijo-¿Es por Ángel?
Volvió a crearse un silencio y al cabo de un rato dije-sí
-Que no pasa nada, es una cena de amigos
-Bueno…está bien, iré. Pero después de la cena yo me vuelvo a casa ¿Eh?
Berta frunció el ceño-venga Patricia, tía, no seas aguafiestas, después de la cenita nos vamos a tomarnos algo y a mover un poco las caderas, si no, no tiene gracia
Sonreí-bueno…a la cena voy, lo otro…ya veremos

Berta colgó con una sonrisa en la boca de “Si al final la voy a arrastrar y se va a venir a tomar algo después”.

Continuará...

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