Estas fotos pertenecen al blog de Patri.

18 de noviembre de 2011

capitulo 12 /tú y yo solos/

AVISO: El contenido de esta historia NO es real, es totalmente ficticio, creado por y para los fans, para pasar un buen rato, leyendo historias de sus ídolos. Disfrutad!


Titulo: LACASITOS DE COLORES.

Perdonar si la letra es pequeña, es que últimamente no sé que pasa.

capitulo 12 <tú y yo solos>


Llegó el día de la cena, y yo estaba cansada, no me apetecía ni arreglarme si quiera. Maquíllate, vístete, elige la ropa adecuada, ponte la mejor colonia…Ese día no me apetecía nada de nada pasar por todo ese proceso, así que saqué lo primero que encontré en el armario, me duché y me lo puse, ni siquiera me maquillé. La colonia, también, la primera que cogí.
A la hora, me fui a donde me habían dicho que me fuera. Al llegar, me encontré a Berta arregladísima, pintada perfectamente bien, con un conjunto que resaltaba su mirada, sus curvas. La verdad es que iba preciosa.
Dani iba más sencillo, pero también iba muy elegante, nunca lo había visto así. Con traje de chaqueta.

Al llegar, Berta me miró de arriba abajo y frunció el ceño-¿Qué ha pasado? ¿Por qué vienes tan sencillita?
Me encogí de hombros-No tenía ganas de ponerme a pintarme, ni a arreglarme ni nada.
Y la verdad es que iba de lo más sencilla que podía ir. Llevaba unos pantalones cortitos algo deshilachados por las puntas, unas converse rosas y una camiseta también rosa con una calavera blanca en el centro. A la cintura llevaba atada una chaqueta. El último en llegar fue Ángel, también, igual de sencillo que yo. Iba igual que siempre, con su chupa de cuero, sus pantalones vaqueros rotos y sus zapatillas desgastadas. Al llegar nos saludó a todos, y a mí me dejó para la última, me cogió del hombro y me dio dos dulces besos en las mejillas. Después me miró de arriba abajo y sonrió.

-¡Qué guapa!-me dijo mirándome a los ojos
Asentí, dándole las gracias.

A la mesa, nos sentamos Ángel y yo al lado y enfrente Dani y Berta. Durante la cena, la parejita feliz no paraba de hacerse mimos y de cuchichear, darse besitos y hacer manitas. Ángel y yo estábamos algo incómodos, ya que los teníamos enfrente y cuando se ponían así, no sabíamos que hacer. Pues no teníamos tema de conversación para hablar nosotros e ignorarles.
Ángel me miraba de vez en cuando y se reía. Yo estaba un poco incómoda y a veces me arrepentía de haber ido. Por suerte, la cena se acabó rápido y cuando me di cuenta ya estábamos fuera del restaurante.
Nos paramos los cuatro y nos miramos, Berta me miró sonriente.

-Bueno…-dijo Dani-ahora nos vamos a tomar algo ¿No?
Agaché la cabeza y Berta intentó animar el ambiente
-Claro que si…seguro que nos lo pasamos genial, además conozco un sitio donde ponen unos chupitos que te mueres
Ángel asintió-yo me apunto
Todos me miraron a mí, al sentirme observada levanté la cabeza y les miré después de soltar una carcajada-¿Qué?
-Que nos vamos ¿No?-dijo mi amiga-porque tú te vienes…
No me quedó otra que decirles que sí, y es que la presión no la llevaba muy bien.

Llegamos a un bar pequeño, acogedor, con mesitas redondas y taburetes de pelo para sentarse. Pedimos una ronda de bebidas y empezamos a hablar, la verdad es que allí sí que empecé a pasármelo bien, no como en el restaurante, que me aburrí un poco. Todos hablábamos de todo y no parábamos de reír. A Ángel y a mi dejó de importarnos si Dani y Berta se ponían algo tontorrones delante de nosotros. No sabía si era por el alcohol o porque realmente nos daba igual.
Otra ronda y otra…se sucedían una tras otra. Berta empezó a encontrarse mal, y es que había bebido demasiado. Se apoyó en el pecho de Dani y este la rodeó con su brazo. Berta cerró los ojos.
-Cariño, me voy a morir-dijo bromeando y en un susurro. Todos soltamos una carcajada al escucharla
-No, venga-Dani le dio unas palmaditas en la cara-ya estás bien, ya estás bien
De repente Berta se incorporó de nuevo y nos miró sonriente-Sí, estoy tó bien-dijo intentando guardar el equilibrio en el taburete.
-Berta, si te vas a caer me lo dices que te coja ¿vale?-le avisó Dani. Ella asintió de una cabezada.

Hablando y hablando se hizo demasiado tarde, las cinco de la mañana. ¿Qué pasaba que aquel bar no cerraba o qué? No sabía que horario tenía, lo único que sabía es que seguía lleno de gente y yo me lo estaba pasando genial. Risas más risas, todas venían por parte de Dani, era el payaso del grupo. Ángel no paraba de mirarme, de vez en cuando se perdía en mí, pero yo con las copas de más que llevaba encima, o no me importaba, o ni me di cuenta.
Entre unas risas por allí, un trago por acá, de repente, Berta y Ángel desaparecieron. Al buen rato de estar Dani y yo solos me di cuenta.

-Oye…que se han ido, que estamos solos-le dije a Dani casi sin poder vocalizar. A Dani le entró la risa tonta y empezó a reírse sin motivo.
-Sí, se han largado…estamos jugando al escondite-se escondió detrás de su mano y empezó a contar
-Dani, no seas tonto-le dije quitándole la mano de la cara-no han dicho nada de escondite-hice una breve pausa-creo…
Dani empezó a recoger sus cosas, también recogió las mías-anda, vámonos de aquí, que estos ya no vuelven

Salimos a la puerta y buscamos a Ángel y a Berta, pero no estaban por ningún lado. Dani me dijo que me fuera en su coche, no me quería dejar conducir, si nos paraban, quería cargar él con toda la responsabilidad. Me subí en su coche, y con algo de trabajo, me abroché el cinturón. Dani me miró
-¿Puedes?
Asentí y me apoyé en el respaldo, cerré los ojos, pero la cabeza me empezó a dar vueltas, por lo que los volví a abrir, entonces vi a Dani muy cerca de mi cara.
-¿Qué haces?
-Mirándote-me dijo él partiéndose de la risa.
Yo también sonreí-tonto-le aparté la cara-me has asustado
Él me sonrió, pero no arrancó, volvió a mirarme-¿Y si nos quedamos aquí, hablando un rato hasta que se nos pase algo la cogorza?
Me encogí de hombros-Como quieras, tú tienes las llaves, tu mandas…

Ángel apoyó a Berta contra la pared del pasillo, al lado de la puerta, ambos se miraron un instante a los ojos y luego él volvió a besarla, como ya llevaban haciendo desde la calle. Sin dejar de besarla en ningún momento, Ángel buscó las llaves en su bolsillo, cogió la llave adecuada y abrió la puerta como pudo. Al entrar, tiró las llaves encima de una cestita, y acercó más a él a Berta. Cerró la puerta con el pie y poco a poco, fueron desnudándose por el pasillo. Al llegar a la cama, ambos estaban casi desnudos. Berta estaba en ropa interior y Ángel aún llevaba los pantalones. La empujó suavemente por los hombros y esta cayó en la cama, apoyándose en los codos y mirando a Ángel mientras se mordía le labio inferior.
Ángel se quitó los pantalones e inmediatamente fue a besarla.

Juntos, volaron durante horas, entre jadeos, disfrutaron el uno del otro bajo una suave sábana blanca. Ninguno era consciente de lo que hacían en ese momento. Aquello fue sexo salvaje, sin amor y sin caricias ni mimitos. A la mañana siguiente, los primeros rayos del sol despertaron a Ángel. Este, se quedó extrañado al sentir en su hombro la mano de alguien, y también ese alguien estaba apoyado en su cabeza. Abrió los ojos como platos y recapacitó antes de darse la vuelta para mirar quien era.

-¿Qué estuve haciendo yo anoche?-pensó detenidamente. Pero apenas lo recordaba-¡ya lo tengo, me fui de copas con la parejita y con…! ¡Patricia!-pensó aún con los ojos más abiertos-No puede ser…no puede ser ella. Tendría que acordarme perfectamente…
Me di la vuelta lentamente, con cuidado de no despertarla, entonces vi un pelo rubio. Mi corazón dio un vuelco y me llevé las manos a la cara-¡Es Patricia! no, no puede ser, que horror, no me acuerdo de nada…-pensó y entonces se dio la vuelta completamente y al ver quien era frunció el entrecejo. Era Berta. Se quitó la mano de encima con cuidado y Berta se dio la vuelta, dándole la espalda.
Ángel se quedó mirándola unos minutos, vio que ambos estaban desnudos, así que, se levantó y se puso unos calzoncillos de la mesilla. De repente, Berta se dio la vuelta, desperezándose y abrazó a Ángel, abrió los ojos y se extrañó, inmediatamente, al ver que era Ángel a quien abrazaba y con quien estaba desnuda y en la cama, se separó y se tapó con la sábana.

-Pero…pero… ¿Qué estoy haciendo aquí?-miró alrededor-y… ¡Desnuda!
Ángel sonrió-¿Tu qué crees?
Berta se llevó la mano a la boca y suspiró-Joder, que fuerte
-La verdad es que yo tampoco sé cómo hemos acabado aquí
Berta se encogió de hombros-¿y mi Dani?-frunció los labios y miró su móvil que estaba al lado de la mesilla, no tenía llamadas-joder, no sé, no sé qué pasó anoche… ¿Discutí con él?
Ángel se encogió de hombros-No tengo ni idea. Solo recuerdo que nos fuimos a cenar y que, después fuimos a tomar unas copas…
Berta asintió
-Me acuerdo que tú estabas con él y que le dijiste que te ibas a morir de lo borracha que estabas
Berta sonrió al escuchar eso
-Pero ya no recuerdo nada más
Berta cerró los ojos y luego le pidió a Ángel que saliera un momento de la habitación, para ponerse la ropa.
Ángel sonrió y negó con la cabeza-Aquí no está tu ropa ¿sabes dónde está nuestra ropa?
Berta negó con la cabeza
-Extendida por el pasillo-Dijo soltando una carcajada
-¿Qué dices?
Ángel asintió de una cabeza-A saber con qué ganas llegamos anoche
Berta se tapó la cara con las dos manos-Me muero-dijo a punto de llorar

Desperté en un coche, de mala manera, apoyada en las piernas de Dani. Me levanté extrañada y le miré, él también se despertó al notar que yo me levantaba. Me froté los ojos y miré por la ventanilla.
-Pero… ¿Nos dormimos aquí?-le pregunté extrañada-¿Hemos pasado aquí toda la noche?
Dani asintió y también se frotó los ojos-Sí…si es que somos ya muy viejos para ir de fiesta
Ambos soltamos una carcajada
-¿Y Berta y Ángel? No han aparecido
Dani se encogió de hombros-Probablemente estarán cada uno en su casa
Sonreí-y nosotros aquí como tontos, durmiendo-me llevé la mano al cuello. Me dolía.
Dani sonrió-¿Te acuerdas que te dije que si nos quedábamos unos minutos para bajar la cogorza?
Asentí-Se nos han prolongado más de la cuenta los minutos
Dani soltó una carcajada y yo abrí la puerta del coche-Bueno, pues, mi coche está ahí atrás, me voy a mi casa
Él me asintió-lleva cuidado
Le sonreí y me bajé del coche. Me dolía mucho la cabeza, tanto alcohol no me había sentado bien, y no paraba de darle vueltas a la cabeza, pensando en cómo nos habríamos quedado durmiendo sin darnos cuenta.
Subí al coche, me desperecé y me fui a casa.

-Ya lo sé, empiezo a ver cosas-dijo de repente Berta mientras Ángel le servía el café en la taza
-¿Qué has visto?
Berta asintió-Sí. Me acuerdo que salimos a la puerta del bar y que de repente tú me dijiste que te acompañara
Ángel frunció el entrecejo, no se acordaba de ese momento
-Me pusiste un casco y me subí a tu moto
Ángel se encogió de hombros-No me acuerdo
-Me acuerdo porque me daba miedo, conducías muy rápido y yo me agarraba muy fuerte
Ángel soltó una carcajada, aquello que acababa de decir le había recordado a mí.

Berta le miró a los ojos y negó con la cabeza-No me puedo creer que me haya liado contigo
Ángel sonrió y se encogió de hombros-cosas que pasan
-Joder Ángel… ¡que tengo novio!
-Es tarde para arrepentirse Berta. Ya está hecho
Berta desvió la mirada y se quedó pensativa-menos mal que no me acuerdo de nada, así parece que me siento menos culpable.
Ángel sonrió y la miró fijamente-Bueno, al menos…has cumplido algo que deseabas ¿No? Me lo han contado
Berta abrió los ojos como platos-Bueno…-agachó la cabeza-lo hubiera cumplido si me acordase y además, precisamente en este momento no lo deseaba. ¡Si hubieras llegado antes!-le dijo sonriente-ahora que tenía pareja, mira…pasa.
Ángel sonrió-No pasa nada Berta, olvídalo y punto
Berta asintió-Aquí nunca ha pasado nada
Él negó con la cabeza y le dio un trago a su café

Hubo un rato de silencio, y después Ángel se arrancó a hablar, se estaba acordando de mí y necesitaba escuchar el consejo femenino.
-Oye tú lo sabes ¿No?
Berta frunció el ceño-¿El qué?
-¿sabes quién me mola?
Berta negó con la cabeza y después sonrió-¡Angelito! ¿Estás enamorado?
Ángel asintió-más que eso, Berta…estoy loco por ella
-Dime ¿Quién es?
Ángel agachó la cabeza y luego la miró a los ojos-Es Patricia
Berta abrió los ojos como platos y le miró fijamente-¿Patricia?
Él asintió-Estoy loco de amor por ella, Berta, es mi vida, y estoy intentando hacer que se fije en mí, pero estoy fallando en algo
Berta desvió la mirada-Ángel, comprende que eres un tipo un tanto…raro
Al escuchar esto Ángel sonrió y la corrigió-No soy raro, soy especial…como ella
Berta negó-Eres raro-dijo riéndose-y a Patricia, no me gustan los raritos, es más, no le gustan los macarras, que es lo que dice que eres
Ángel la miró y se mojó los labios con la lengua-Joder, es que sé que ella nunca se va a enamorar de mí, sé que nunca podré estar con ella y me molesta
-Intenta cambiar
-No puedo Berta, lo he intentado pero soy así, y no puedo hacer nada…
Berta sonrió-Llámala
Ángel negó con la cabeza-No, no voy a llamarla ¿Para qué? No tengo confianza con ella, es más, cada vez que la veo acaba enfadada
Berta asintió de un cabezazo-Hazme caso, llámala
-Pero… ¿Qué le digo?
Berta sonrió-Pues, pregúntale que qué tal ha pasado la noche después de la fiesta
Ángel desvió la mirada, estaba indeciso, Berta se dio cuenta y le puso una mano en el hombro-De verdad Ángel, hazlo, eso es algo que a las mujeres nos encanta y nos llega, ver que se preocupan por nosotras.
En ese momento Ángel se levantó y se fue a por el móvil, con mi número en la pantalla, volvió a la cocina con Berta.

-¿La llamo?
Berta asintió-Claro que sí
Ángel no dudó en darle al botón verde y esperar a que yo descolgara, lo puso en manos libres, para que Berta también pudiera escuchar la conversación, sabía que si algo iba mal, ella le podría ayudar a decirme cosas.

Ángel no dudó en darle al botón verde y esperar a que yo descolgara, lo puso en manos libres, para que Berta también pudiera escuchar la conversación, sabía que si algo iba mal, ella le podría ayudar a decirme cosas.

-¿Si?-contesté al cabo de un rato
-Patricia, soy Ángel ¿Estabas dormida?
-No, no, estaba haciendo cosas de la casa, dime ¿Qué quieres?
-Pues…quería saber cómo habías pasado la noche
En ese momento hubo un rato de silencio
-Muy bien ¿y tú qué tal?
Ángel miró a Berta-eeh, bi…bien
-Me alegro
Ahí Ángel no sabía que más decirme, Berta por lo bajini le dijo algo y él sonrió y le guiñó un ojo.
-¿Has desayunado ya?
-Sí, acabo de terminar. Oye ¿No estás cansado?
Ángel sonrió y me asintió
-Yo también, me duele el cuerpo y tengo un dolor de cabeza…
-Sí, nos gusta mucho la fiesta
Solté una carcajada-bueno, lo que cuenta es que nos lo pasamos bien ¿No? ¿Estuviste a gusto?
-Sí, mucho, la verdad es que tendríamos que salir más a menudo
Hubo otro incómodo silencio
-Sí…-dije pensando lo que diría a continuación-Tendríamos que salir más a menudo pero…
Berta abrió los ojos como platos me conocía demasiado y sabía lo que iba a decir, por lo que se acercó al oído de Ángel y le dijo lo que me tenía que decir, para anticiparme. Ángel lo dudo unos instantes pero finalmente me lo dijo.
-¿Tu y yo solos?
Me quedé bloqueada, era lo que le iba a decir, me estaba costando trabajo pero lo había dicho él-Eh…-hice una pausa y después tímidamente le dije-Sí, eso.
Ángel miró a Berta y se chocaron las manos-Eso está hecho, cuando tú quieras guapa

Le dije que ya veríamos el día y me despedí de él. Al colgar, Ángel le dio un abrazo a Berta y un beso en la mejilla-Es que vales mucho-le dijo sonriente. Estaba feliz, porque gracias a Berta había conseguido un punto y una nueva cita con la chica de sus sueños. Berta le dio unos consejos a Ángel de cómo debía de comportarse conmigo. Ángel la escuchó atentamente, pero sabía perfectamente que no cumpliría todo lo que estaba diciendo, básicamente porque él no era así. Le dijo que me comprase flores, que le hiciera gracias y algunas cosas más. Pero él no se podía comportar así, había algo dentro de él que se lo impedía.

Ese sábado habíamos quedado y decidí estrenar modelito. No me maquillé mucho, solo lo justo. Sabía que a él le gustaba sin mucho maquillaje. Él muy caballeroso, me dijo que no haría que cogiera el coche, que teniendo él la moto, vendría a buscarme. Estuvo puntual en mi casa, me monté atrás y nos fuimos. Nos fuimos a un restaurante algo retirado de Madrid. A mí la verdad es que no me importaba donde me llevase. El viaje me gustó, no quería que se terminase nunca, me había acostumbrado a viajar a esa velocidad, a ir agarrada fuertemente a él, ahora no me daba miedo, si no que todo lo contrario, disfrutaba de los viajes.
Entramos en el restaurante, él me abrió la puerta y me dejó entrar a mí primero. Le dije gracias solo con los labios y entré. Me cogió de la mano y me llevó hasta nuestra mesa. Al llegar a ella, hizo la silla hacia atrás y me invitó a que me sentase. Me extrañó ese comportamiento de su parte, pero me gustó. Él se sentó enfrente de mí. Pedimos la cena y empezamos a hablar. Me sorprendí porque en poco tiempo, ya teníamos temas de conversación. Ese día noté en sus miradas algo distinto a las demás, algo especial, pero no sabía interpretar lo que era.

De repente, un tema nos llevó a otro y ese otro a otro, hasta que terminamos por hablar de algo que no quisiera hablar hablado pues me puse muy nerviosa. Lentamente me cogió una mano con sus dos manos, en ese momento nos echamos una cómplice mirada y él tomó aire.
-Patricia…-hizo una pausa, pero no dejamos de mirarnos a los ojos-ya sé que no soy perfecto para tí, pero te juro que lo intento
Me quedé bloqueada, no sabía porque me decía eso, le solté las manos y me puse el pelo tras la oreja, agaché la cabeza y mi pelo volvió a mi cara.
Hubo un rato de silencio, después, le miré a los ojos. Él no había dejado de mirarme en ningún momento. Esperaba escuchar algo de mi boca, pero yo sabía que decirle.
-Ángel, no sé qué me quieres decir con esto…
En ese momento a alguien le olió que aquella cena no acabaría bien, que metería la pata como de costumbre. Dijo que lo olvidase, pero no podía. Después de aquello, creamos un silencio en el que solo abundaban las miraditas de Ángel, yo, ni le volví a mirar. Estaba pensativa, pensando en lo que me había dicho y en el tono.

-¿Te comiste los bombones?-me preguntó. Entonces una sonrisa vino a mi boca, recordé el corazón dibujado con nuestros nombres, y me acordé de que no le había comentado nada sobre eso.
-Sí, me los comí, muy ricos estaban…
Él me sonrió-me alegro de que te gustaran
-Pero la notita…-le dije frunciendo el ceño. Ángel me miró a los ojos
-¿No te gustó?
Sonreí-Paso palabra-dije quitándole importancia. Él se limitó a sonreírme, no quiso seguir preguntándome sobre el tema.

Continuará...

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