Estas fotos pertenecen al blog de Patri.

17 de octubre de 2011

capitulo 31 /Los más felices/

AVISO: El contenido de esta historia NO es real, es totalmente ficticio, creado por y para los fans, para pasar un buen rato, leyendo historias de sus ídolos. La única verdad fue que Ángel se fue de SLQH. Algunos diálogos están sacados de la realidad, pero solo los que tienen lugar dentro del plató. Disfrutad!



Capitulo 31 <Los más felices>

Mi vida comenzaba a tener sentido al lado de Ángel, desde que estábamos juntos, lo veía todo de otra manera. Estaba más feliz, casi todas las noches venía a casa a dormir y yo me levantaba con una sonrisa, cuando me iba a trabajar, él se quedaba en casa y me hacía las cosas,  después se iba. La buena suerte estaba de mi lado en ese momento. Berta se alegraba un montón de que estuviésemos juntos, sobre todo porque yo tenía una sonrisaza las 24 horas del día, y estaba deseando que terminase el programa para volver con él.

-Me encanta verte así de feliz ¿sabes?-me dijo
Asentí-Soy la más feliz del mundo, Berta, Ángel es el hombre  perfecto y me da lo que necesito y más.
Mi amiga asintió-Ya lo sabía yo.
Cada día estaba más feliz a su lado, y me encargaba de demostrárselo cada vez que lo veía.
Aquella noche, estábamos sentados en el sofá, yo le abrazaba, estábamos viendo una película. Le di un beso en el hombro y nos miramos a los ojos.
-¿Sabes que te quiero?
-Lo sé, o al menos eso creo.
Le sonreí de lado-No te quiero, en realidad te amo, te deseo.
Ángel sonrió y me dio un dulce beso en los labios.
Al día siguiente, era festivo, por lo que no tenía programa. Así que me levanté y le llamé, quería llevármelo por ahí, a algún sitio nuevo.
Madrugamos ese día y nos pusimos en marcha, nos subimos en mi coche y me dirigí a algún lugar.
Por el camino, Ángel iba pensativo, por lo que no hablábamos. De vez en cuando apartaba la mirada unos segundos de la carretera para verle, pero este no reaccionaba.
-Ángel ¿estás bien?
Ángel me asintió.
-Te veo raro ¿no quieres que vayamos a un sitio?
Él me miró y me sonrió-No, no es eso, tranquila
-¿Entonces? Te pasa algo
No me contestó, miró por la ventanilla y estuvimos otro rato sin hablar. Yo me sentía incómoda, así que puse la música.
-Estás pensando mucho ¿me quieres contar lo que te pasa?-pregunté interrumpiendo sus pensamientos.
-Es que hoy tenía algo y no sé que era…
Fruncí el ceño-Hoy…es festivo, y…nos íbamos por ahí
Él negó con la cabeza y fijó la mirada en la carretera-No era esto-Hizo una pausa y de repente me miró fijamente. Le miré unos segundos.
-¿Algún problema?
-Patricia…¡Había quedado para comer con mi madre!

Abrí los ojos como platos-¿Qué dices?
Él asintió-Que si-se llevó una mano a la cabeza-Joder, y les dije que te llevaría para que te conocieran.
-¿Qué tengo comida con los suegros y me lo dices ahora?-le dije agobiada.
Él se encogió de hombros-Lo siento, se me ha olvidado-me miró con una mirada fuera de lo normal y mordiéndose el labio-Es que ayer me diste tanta guerra que me has dejado tonto perdido.
Solté una carcajada-No seas bobo, tampoco te di tanta
Él me miró con los ojos abiertos-¿Cómo que no?
-Te podía haber dado más-dije sonriendo-Lo que pasa es que te vi ya débil y te dejé dormir.
Ángel se rió irónicamente-Yo también te podría haber dado más si me lo hubieses pedido.
-Ya, ya, ya-le dije imitando a ese personaje con el que tanto nos reímos él y yo en el programa.

Di la vuelta nada más que pude y volvimos al centro de Madrid, para ir a comer con los padres de Ángel. A decir verdad, estaba nerviosa, eso de conocer a los padres de mis novios siempre me había puesto nerviosa.  ¿y si no les caía bien y se querían cargar la relación? Ese era mi remordimiento de cabeza.
Volvimos a casa y nos pusimos un poco más guapos. Enseguida, cogimos de nuevo el coche y nos dirigimos a la casa de los padres de Ángel.
-Aquí es-me dijo señalando a una casa con el dedo.
Aparqué en la puerta y nos bajamos. Miré la casa y respiré hondo. Él fue ilusionado a llamar y al otro lado de la puerta apareció su madre. La miré a lo lejos, parecía una mujer simpática, cerré y dí la vuelta al coche, ella ya me estaba sonriendo al verme a lo lejos.
-¡Patricia, preciosa!-me dijo
Le sonreí-¿qué tal está?
-Oh no, no me hables de usted-dijo sin apartar la sonrisa-Dame dos besos guapa
Le di dos besos y le sonreí, agradecida
-Te veo siempre por la tele. ¡Que bien que lo haces y que guapa que vas siempre!
Ángel miraba a su madre muerto de vergüenza, después entramos.
-Tenemos aquí un manjar preparado para vosotros.
Ángel se dio la vuelta y me miró como diciendo “si no llegamos a venir, me  mata” sonreí, y entramos al salón, allí estaba el padre de Ángel, que al vernos se levantó del sofá. Le dio dos besos a él y me miró sonriente.
-¿qué tal?-nos dimos dos besos-¡Que cambio de la tele a la realidad!
Sonreí poniéndome el pelo tras la oreja-Si ¿verdad?
Su padre asintió-Si, si-miró a su hijo-Te las buscas guapas ¿eh? ¡que buen gusto tienes!
Desvié la mirada al suelo, muerta de la vergüenza.

Comimos, la verdad es que la comida fue entretenida, sobre todo con su madre, que no dejaba de hablar, tenía tema de conversación para todo. Pero hubiera preferido comer a solas con mi chico, en un sitio mágico, era lo que necesitaba desde hacía tiempo. Quería estar con él, a solas, salir fuera, romper un poco la rutina.
Ángel salió más contento que yo de aquella casa, pues eran sus padres y le encaba que nos llevásemos tan bien, sobre todo con su madre, que enseguida cogimos confianza.
Por el camino, Ángel me dijo que si me había sentido a gusto, yo le dije que como en casa, que eran majísimos los dos y unos bromistas como él.
Al escuchar eso, más feliz se puso todavía.
Pasamos una semana muy intensa, de disfrutar de nuestro amor cada noche, de mandarnos mensajes a cada minuto, de llamarnos para decirnos tonterías, éramos como dos adolescentes cuando acaban de empezar una bonita relación. Y yo era la más feliz del mundo. Me sentía joven haciendo todo aquello.
Un día, Bera me comentó que ya que nos iba tan bien y a ella y a Dani también, porque no nos íbamos a tomar algo los cuatro una noche.
Se lo propuse a Ángel y le pareció bien, así que quedamos un día, a una hora y en un restaurante.
Esa noche, Ángel se vino a mi casa, quería ver como me arreglaba, él vino más guapo que nunca y con una sonrisa de felicidad.
Yo me puse unos pantalones cortos y una camiseta negra con un dibujo bastante bonito delante. Me pinté un poco la raya y estuve lista.
Ángel me miraba apoyado en el marco de la puerta mientras me maquillaba.
Cuando estuve lista le miré y él asintió con la cabeza.
-Joder, que preciosa que eres-me dijo
Me acerqué y le di un besito en los labios.
-Es que no puedes ser más guapa, yo creo que si eres más guapa te mueres por exceso de hermosura.
Le sonreí y le cogí de la chaqueta que llevaba-Y tú, mi niño que parece que vas a salir en una pasarela de lo elegante que te has puesto.
Se miró de arriba abajo-¿Te gusta?
Le miré a los ojos, muy cerca de sus labios-¡No sabes como me pone!
Ángel se mordió el labio-Grrr, y tu no sabes como me pone escuchar que te pone.
Ambos sonreímos y nos fundimos en un fogoso beso. No fuimos conscientes de que a penas teníamos tiempo, nos dejamos llevar por la pasión y acabamos con la mitad de la ropa fuera, todo el trabajo que nos costó arreglarnos, para  que en dos minutos, lo hubiéramos destrozado.

Ángel me apoyó contra la pared, los besos por el cuello se sucedían uno tras otro. Estaba gozando demasiado nada más que con aquellos simples besos. Alcé los brazos, apoyándolos en la pared y dejé que siguiera besuqueándome. Después rodeé su cuello con los brazos y nuestros labios se encontraron.
Poco tiempo después, saciamos por completo nuestra pasión, apoyados en aquella fría pared del baño.

Ángel se separó de mi y se subió los pantalones-¡Joder Patricia, corre que no llegamos!-dijo gritando.
Me puse bien la ropa y me miré en el espejo, me retoqué un poco el pelo y miré la hora, resoplé-Es que no sé quien me manda a mi echar un polvo en el baño a estas horas…
Ángel sonrió y salí delante de él, él me dio una palmadita en el culo.
-Venga, ya lo hemos hecho, ahora vamos, que llevaran ya media hora esperando.
Miramos el móvil, pero aún no teníamos llamadas perdidas, por lo que no estaban desesperados del todo. Nos dimos toda la prisa que pudimos para no llegar aún más tarde de lo que ya llegábamos, y todo por culpa de nuestras pasiónes inesperadas…

Continuará...

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