Estas fotos pertenecen al blog de Patri.

1 de octubre de 2011

capitulo 21 /El lago/

AVISO: El contenido de esta historia NO es real, es totalmente ficticio, creado por y para los fans, para pasar un buen rato, leyendo historias de sus ídolos. La única verdad fue que Ángel se fue de SLQH. Algunos diálogos están sacados de la realidad, pero solo los que tienen lugar dentro del plató. Disfrutad!


Capitulo 21 <El lago>

Ángel me miraba con cara de tristeza, pero a pesar de todo me estaba dando ánimos, me estaba diciendo que fuera con Carlos, que se lo contara todo, que fuera feliz con él. Me estaba alejando de su lado, y eso era un gran paso para él. ¿Ya no me quería tanto como antes? ¡No! Lo que pasa es que había aprendido que querer se trataba de eso, de hacerme feliz, aunque no fuera con él.
-¿Lo harás?-me dijo después de un rato de silencio.
Me encogí de hombros-No lo sé, Ángel-hice una pausa-Es muy duro para mí.
Ángel me miró a los labios, sintió un impulso de ir a besarlos, pero supo contenerse. Me soltó la mano y se hizo hacia atrás. Aquello empezaba a hacérsele muy duro.

Un mensaje me llegó al móvil, miré a Ángel y ví a ver de quien era. Era Berta.
“Amiga, un pajarito me ha dicho que estás cenando con Ángel, venga, es tu oportunidad, estáis hechos el uno para el otro, híncale el diente esta noche, termina esa cena donde tiene que terminar, en la cama. Vamos Patri!”
Sonreí y me guardé el móvil sin contestarle. Alcé la mirada y miré a Ángel, estaba llorando. Lloraba en silencio, mientras jugaba a romper el mantel de la mesa. Le puse una mano en el hombro y él me miró, ni se molestó en limpiarse las lágrimas para que no viera que estaba llorando, no se molestó en volver a recuperar su postura de machito, fingiendo que controlaba la situación. “No puedo negar lo evidente” eso era lo que pensaba en ese momento él. Y en ese momento, no estaba bien. Me miró e inmediatamente volvió a desviar la mirada al mantel.
-Vamos Ángel, no quiero verte así yo tampoco-le dije dándole ánimos, como hacía unos minutos él  lo había echo conmigo.
Aquella cena sería recordada por ambos como la cena en la que nos hartamos de llorar. Porque la verdad es que no estábamos haciendo otra cosa.
-Ángel…-le dije con la voz temblorosa-No llores. Si te veo así yo también romperé a llorar, me pongo sensible.
Entonces Ángel me miró a los ojos-No puedo evitarlo, lo siento-me dijo

Agaché la cabeza y yo también empecé a llorar. Como dos adolescentes, lloramos y lloramos. Nos miramos a la misma vez y nos fundimos en el abrazo más grande y más bonito que nos dimos nunca, al separarnos, me dio un beso en la mejilla.
-Te quiero-me dijo. Tenía que decirlo, no se quedaba tranquilo si no recordaba que me quería. En ese momento sentía ganas de decirle “Y yo” pero no se lo dije, me estaba aguantando muchas cosas esa noche. Berta me había dicho que me lanzase, y lo hubiera hecho de no ser por las circunstancias.
Ángel dejó de llorar, así que yo también dejé de hacerlo.
-Oye-me dijo él-¿Quieres que pague y que nos vayamos a otro sitio?
Respiré hondo-Vale. Pero, te doy mi parte para pagar-dije buscando mi monedero en mi bolso. Ángel me puso una mano en el brazo y le miré.
-Te invito yo, faltaría más…-Se levantó y fue a pagar. Le seguí con la mirada, con una sonrisa de tonta en la cara.

Habíamos llegado al restaurante en coches diferentes, pero Ángel no me dejó que cogiera mi coche para irnos de allí, me dijo que luego volveríamos. Así que, me subí a su coche y no me dijo a donde me llevaba. Me dejó todo el tiempo con la intriga.
Estuvimos quince minutos en el coche, hasta que al final llegamos  a un zona donde no había casi nadie. Era una zona que te invitaba a reflexionar, a relajarte. Árboles, un lago maravilloso y de fondo, la luna llena. Había bancos y la gente estaba por allí paseando, pero no en abundancia.
Nos bajamos del coche y miré a Ángel con una sonrisa de oreja a oreja.
-¡Esto…es genial!-exclamé emocionada
-Me encanta este sitio-Me contó.
Nos apoyamos en la barandilla, mirando al lago. La luna se reflejaba y lo hacía todo más bonito y mágico.
Miré a Ángel, tenía una dulce sonrisa en la boca, pero sus ojos aún estaban llorosos, tristes. Me acerqué más a él, y él se dio cuenta. Nos quedamos mirando el lago durante unos minutos. Y después, Ángel se apoyó en la barandilla de lado, de forma que me miraba. Le miré al ver que me observaba durante ya un rato.
-¿Por qué me has traído aquí?-le pregunté con una sonrisa
-Me gusta este sitio y he pensado que a ti también te gustaría.
Asentí-Es precioso.
Hubo un rato de silencio y entonces él, haciéndose el gracioso me preguntó-¿Cómo le vas a poner?
Le saqué la lengua, aceptando para bien la broma y también haciedome la graciosa le dije-¡Ángel! ¡Le voy a poner Ángel!
Ambos soltamos una carcajada y nos quedamos mirándonos a los ojos, en ese momento vendría el típico beso de película, pero yo me apoyé de nuevo en la barandilla y seguí mirando el lago.

-¿Estás bien ya?-me preguntó
Asentí-Mucho más relajada.
Él me sonrió-Me alegro, era lo que pretendía, que te relajases
Le miré a los ojos-Gracias-le dije solo con los labios.
Él fue a sentarse en el banco, le seguí con la mirada y me senté a su lado.
-¿Se lo vas a decir a Carlos?-Me preguntó. Le miré aburrida y resoplé.
-¿Puedes dejar ya de hablar sobre el tema, Ángel? De verdad es muy molesto-le dije seriamente.
Él me asintió y me pidió  disculpas.
Estuvimos un buen rato en silencio, mirando las vistas, mirando a los enamorados pasear cogidos de la mano. Miré a Ángel, como pensando en como sería si estuviera con él, como sería ese momento de bonito si estuviéramos juntos. Entonces, le hice una pregunta, para hablar de algo.
-Ángel…¿No hay nadie en tu vida?
Ángel sonrió-Hombre, en mi vida hay muchas personas…
Sonreí-Sabes perfectamente a lo que me refiero.
Ángel asintió-Perdón, es que tenía que hacer la gracia-hizo una pausa-Pues no, no hay nadie en mi vida, bueno si…
Le interrumpí-No hace falta que termines la frase, sé como la vas a terminar.
Ángel sonrió y me miró-Tú-dijo terminándola.
Desvié la mirada y me mordí el labio, empezaba a ponerme nerviosa.
Volvimos a quedarnos en silencio, y yo creía que los dos en ese momento estábamos pensando en lo mismo. ¿Qué sería de mi vida con un hijo? ¿Quién conduciría el programa cuando yo no pudiera hacerlo? ¿Cómo se tomaría Carlos la noticia de que iba a ser padre?  

Intenté no pensar más en todo eso, porque me estaba poniendo sensible de nuevo, y aquel momento era muy bonito, como para ponerse a llorar allí en medio. Respiré hondo y miré sonriente a Ángel. Este al no verme muy bien, me devolvió la sonrisa y me puso una mano en la rodilla.
-¿Estás bien?
Asentí-Gracias por este día
Él me dijo “de nada” con una sonrisa. Sentí un impulso de ir a besarle, pero me contuve y lo que hice fue apoyar la cabeza en su hombro. Él, algo confuso, me pasó lentamente su brazo por mi hombro y empezó a acariciarme lentamente. Y así, abrazados, nos quedamos contemplando el reflejo de la luna en aquel precioso lago.

Continuará...

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