Estas fotos pertenecen al blog de Patri.

18 de diciembre de 2011

capitulo 42 /Hasta el fin del mundo/

AVISO: El contenido de esta historia NO es real, es totalmente ficticio, creado por y para los fans, para pasar un buen rato, leyendo historias de sus ídolos. Disfrutad!



TITULO: LACASITOS DE COLORES


ÚLTIMO CAPITULO

capitulo 42 /Hasta el fin del mundo/

Esa noche fue muy rara, cerraba los ojos y la imagen de Ángel a mi lado venía a mi cabeza. Tardé mucho en dormirme y al día siguiente tenía que madrugar. Y sí, me dormí llorando, entre lágrimas, no podía soportar lo que me estaba pasando, no lo aceptaba, tampoco entendía porque Ángel no quería venir conmigo, si de verdad estaba enamorado, no debería de importarle.


El despertador sonó, eran las siete de la mañana, me desperecé e intenté no pensar mucho las cosas. Resoplé varias veces, aún no entendía que me fuera, así de repente, como dijo él. El no tener ningún mensaje suyo en el móvil me puso triste.
Miré el reloj, estaba nerviosa, me hice un zumo natural para desayunar pero me lo dejé a medias, los nervios podían conmigo.
Miré mi casa y sonreí, tantos recuerdos llegaban a mi mente, en aquella casa había pasado de todo, cosas buenas, cosas malas... pero lo único que me venía a la mente eran cosas buenas. Suspiré y miré mis maletas, llegó la hora de marchar, de repente debajo de una mesita que tenía en el pasillo, vi que asomaba un papel blanco, extrañada me agaché a cogerlo, era una foto, le di la vuelta y me llevé la mano a la boca, las lágrimas se me saltaron solas. Salía con Berta, la foto la estaba haciendo yo y ella estaba a mi derecha, me estaba abrazando y ambas estábamos muy sonrientes. Esa foto era especial pues se notaba la gran amistad, confianza y complicidad que teníamos, contemple la foto con una sonrisa y después la estrujé contra mi pecho, como abrazándola. Hacía mucho tiempo que no veía aquella foto y no sabía como había ido a parar allí debajo, lo único que sabía es que esa foto vendría conmigo.


Me fuí al salón y cogí la bolsa de lacasitos que Ángel me había regalado, me la guardé, para el viaje me vendrían estupendos. Agarré mis maletas y di un último repaso a la casa, ahora sí, ya me marchaba de allí. Sonreía como una tonta a cada esquina que miraba, cerré los ojos fuertemente y me fui. 
Cargada de maletas llegué a la estación de trenes, aún faltaba un rato para que saliera el mío, así que, me senté en un banco, en el móvil no tenía nada, quería llorar. Por un momento no sabía que estaba haciendo allí, sentí que estaba cometiendo un error, el mayor de mi vida.
Justo en ese momento un mensaje de mi madre llegó "Te estamos esperando con los brazos abiertos"
Aquello me hizo sonreír. Miré el reloj que había colgado en la pared y suspiré.
-Esto sin él no será lo mismo-dije mirando al móvil, como si mi madre fuera a escucharme-Que si no voy con él no seré igual de feliz- Cerré los ojos por un instante y de repente visualicé perfectamente a Berta, parecía tan real, que hasta me asusté, estaba sentada a mi lado en el blanco. Abrí los ojos desconcertada y al mirar a mi lado allí estaba, la seguía viendo, parpadeé varias veces, pero la visión  no se iba.
-Tranquila Patri, estás haciendo lo correcto. ¿De verdad de corazón sientes que tienes que irte?
No entendía que estaba pasando, pero Berta me hablaba, yo, aunque sabía que no estaba ahí de verdad, le contesté.
-Si, es lo que quiero.
Ella asintió- Entonces adelante, sube a ese tren con una sonrisa.
-Pero Ángel no viene conmigo y eso no puedo soportarlo, Berta.
Ella me sonrió con su encantadora sonrisa, lo que me hizo sonreír a mi al recordar lo bonita que la tenía- Eso no tiene porque preocuparte amiga- Me guiñó un ojo y me puso la mano encima de la rodilla, dándome un suave apretón.
Fijé mi mirada en su mano, realmente sentí  aquel apretón, pero al mirar a mi lado, no había nadie en el banco, miré a todos lados, no estaba.


Cerré los ojos y tomé aire. Me levanté, lo necesitaba, me llevé la mano a la cabeza.
-Patricia, te estás volviendo loca- Me dije a mi misma.
Tras dar varias vueltas para despejarme fui al baño, me eché agua en la cara y me la sequé. Parecía que ya estaba mejor-Es que he dormido muy mal-pensé.
Me senté de nuevo en el banco y al mirar el reloj, tuve la sensación de que el tiempo no avanzaba.
Diría que aquellos momentos de esperar al tren, fueron los peores de mi vida, estaba desesperada.
De vez en cuando una lagrimilla se me escapaba y es que Ángel venia a mi cabeza. No me podía creer como no me había enviado ningún mensaje., aunque podría ser que no quería hacérmelo todo aún más difícil.
De repente un chico se acercó a mi. Le miré y él me sonrió- Perdona, es que... te estaba observando y pareces nerviosa ¿Te puedo ayudar en algo?
Negué con la cabeza- Muy amable, gracias.
-Te he visto llorar.
Le miré fijamente- Cosas mías, muchas gracias por todo.
Sin dejar de mirarme, retrocedió unos pasos y se  fue. Desde que el chico me dijo eso, dejé de llorar, no quería que se volviera a acercar.
Miré la hora y el corazón me dio un vuelco, mi tren estaba apunto de llegar, estaba apunto de dejarlo todo atrás. Me levanté del banco, agarré mis maletas y avancé unos pasos hacia adelante, como si eso fuera a hacer  que el tren llegase antes.


Me apoyé en una columna a esperar. Estaba deseando irme ya de allí, de dejar de sufrir cuanto antes porque, cada minuto allí esperando, era una herida en el corazón.
-No puedo creer que esté haciendo esto de verdad- Pensé mirando al techo.
De repente, el tren donde tenía que montar llegó. le miré con miedo, el corazón latía con fuerza, como queriendo salir del pecho. Por un momento sentí un impulso de echar a correr e irme de allí, pero sabía que no debía de echarme atrás. Agarré con fuerza mis maletas, fruncí los labios y me planté delante de la puerta, esperando a que pudiésemos entrar.
Saqué mi móvil del bolsillo, nada, cero cosas. Respiré hondo, pensando que tenía que se fuerte, que a veces las cosas en la vida cambian y que ser feliz va por etapas, que no todo puede ser perfecto y salir tal y como quieres.
De repente escuché a alguien gritar mi nombre. Abrí los ojos como platos, miré a mi derecha, no me lo podía creer, Ángel venía corriendo hacía mi como un poseso, arrastraba tras él una enorme maleta.
Mi corazón dio un vuelco y mi boca dibujó una sonrisa.
-¡Patricia, Patricia espera!- Gritaba como loco.
Solté mis maletas y me preparé para recibirlo entre mis brazos. La maleta le impedía correr con normalidad y las ganas de abrazarme eran muchas, así que, cuando ya estaba un poco más cerca, la soltó y la dejó caer a su paso, el corrió unos pasos más. Abrí los brazos y él llegó corriendo, me cogió en peso girado sobre él mismo. Al dejarme en el suelo, nos miramos a los ojos y sin decirnos nada, nos dimos un mágico beso. Yo le abrazaba con fuerza, como comprobando que no era una alucinación.
-No puedes dejarme aquí solito- Me dijo con cara de pena.
Le dí un dulce beso- Pensé que te había perdido para siempre.
Él negó varias veces-He estado recapacitando y...me voy contigo-se separó de mi y fue a busar su maleta, que estaba allí tirada-el estar sin tí es algo que me aterra.
Sonreí al escuchar eso y volví a darle un beso.
-¿Sabes porque estoy aquí?-hizo una pausa-porque te quiero demasiado e iría contigo hasta el fin del mundo.


Sonreí mirándole a los ojos, estaba emocionada y no pude evitar darle un acalorado beso.
En ese momento, las puertas del tren se abrieron, las miré y después miré fijamente a Ángel.
-¿Estas seguro de que quieres venir?
Él asintió contento-No he estado más seguro en mi vida.
Le tendí la mano y él entrelazó sus dedos con los míos, nos dimos un besito y juntos nos montamos en aquel tren que pondría rumbo a nuestra nueva vida. Llena de magia y momentos inolvidables, sobre todo porque esos momentos serían a su lado.




FIN.

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