Estas fotos pertenecen al blog de Patri.

2 de diciembre de 2011

capitulo 25 /Te prometo que te lo contaré todo/


AVISO: El contenido de esta historia NO es real, es totalmente ficticio, creado por y para los fans, para pasar un buen rato, leyendo historias de sus ídolos. Disfrutad!



TITULO: LACASITOS DE COLORES


capitulo 25 <Te prometo que te lo contaré todo>


Aquella mañana, me levanté temprano, no podía dormir, Ángel vino a mi cabeza. Me vestí y decidí salir a dar una vuelta. Estaba cansada, me dolía el corazón y mi cara ya apenas tenía expresión. Le necesitaba, quería hacer las paces con él, no quería que esto siguiera así por mucho tiempo más o terminaría por volverme loca.
Crucé un puente, andando por la acera, aquel puente me encantaba. Cuando tenía algún problema siempre me paraba en aquel puente, a ver el rio que pasaba, los patos, a pensar…Pero aquel día no me paré, simplemente pasé andando lento. De repente escuché el rugido de una moto a mis espaldas, pero no hice caso, seguí andando, inmediatamente alguien me gritó “¡rubia!”
Cerré los ojos y me giré, el motorista le dio al puño y se puso a mi lado, interrumpiendo el tráfico al ir lento.

-¿A dónde vas?-me preguntó. Era Ángel
Le miré de reojo-Estoy paseando
-¿Y…por qué?
-Porque hoy me daba la gana de pasearme-aligeré el paso, dispuesta a no contestarle a nada más y a no hablar con él. La verdad es que, primero decía que me moría por verle y de hacer las paces y cuando lo tenía mi lado, no quería saber nada de él. ¿Alguien entiende algo?

Doblé una esquina y salí del puente, por allí no podían pasar vehículos, por lo que Ángel dejaría de perseguirme. En ese momento recordé algo que yo misma le dije a mi amiga Berta cuando esta estaba pillada por Ángel “No tienes que enamorarte de gente como él, solo te hará daño” y ahora era yo la que estaba como una tonta coladita por sus huesos.

-Patricia-escuché detrás de mí. Cerré los ojos con fuerza y me giré lentamente. Ángel venía detrás de mí con la moto, sin importarle que aquello fuera solo para peatones.
-¿Eres imbécil? ¿Por qué te metes por aquí con la moto? No deberías…-le dije frunciendo el ceño.
-Me meto porque quiero hablar contigo
Me di la vuelta-Pues entonces te has equivocado, yo no quiero hablar contigo-seguí andando y escuché que Ángel me perseguía con la moto, pero iba en silencio.
-Vamos-me dijo al cabo de un rato-No lo hagas todo más difícil
No le escuché, seguí andando como si él no viniera detrás. Ángel puso la moto a mi lado y me miró unos segundos, seguí sin hacerle caso, la gente nos miraba extrañada.
-Patricia-me dijo con voz de pena-No me hagas esto, escúchame
Esta vez anduve más deprisa, no quería escuchar sus palabras, no quería saber lo que me iba a decir. En ese momento a Ángel le sonó el móvil, se lo sacó del bolsillo de la chaqueta y lo cogió, en esta ocasión sí que presté atención.

-¿Sí? No, ahora no puedo, porque no-hablaba mientras sostenía la moto con una mano-No, hoy no va a poder ser
Fruncí el ceño, no sabía con quien estaba hablando y me mataba la curiosidad
-Que no, bueno, quizá sí-soltó una carcajada-está bien, claro que sí Paula, venga, que si Paulita, adiós-colgó y antes de que se diera cuenta, yo había echado a correr. Nada más oír que hablaba con aquella chica, empecé a correr, las lágrimas caían por mis mejillas sin parar, estaba enfadada. Seguía teniendo contacto con ella después de lo que le había pasado conmigo. ¿Acaso Ángel no me quería? ¿Le daba igual que yo estuviera sufriendo? Tras ver aquello, llegué a la conclusión de que sí, que le daba igual como yo me sintiera.

Ángel resopló al verme correr, le dio al puño y esquivando a la gente me dio alcance-¡Patricia!-me llamó para que me detuviera, pero yo seguía corriendo. Entonces me cogió del brazo y yo paré, él se paró a mi lado con la moto.
-¡Déjame!-le grité mientras lloraba
-¡Patricia, necesito que me escuches!
-No me da la gana-grité mientras una lágrima se metía en mi boca-sueltamente capullo
-Te prometo que te lo contaré todo, por favor, Patricia…
-¡Tus promesas no valen nada! No me fío de nada de lo que me digas-me solté bruscamente de él y seguí corriendo.
-¡Está bien!-me gritó mientras me veía alejarme-No iré más a buscarte, si quieres algo ya vendrás a buscarme. ¡Hemos terminado! ¿Me has oído?
Sí, sí que le había oído, pero seguí corriendo. Cuando ya me había alejado un buen tramo, me giré y le vi allí, a lo lejos, muy lejos, sentado en la moto, mirándome. Me senté en un banco y allí continué llorando. Había sido una manera muy rara de romper, pero me lo había dicho, habíamos terminado.

Ángel estaba sentado en la moto, también había llorado al ver como había pasado todo, acababa de romper conmigo no y lo había asimilado. Le había dicho a lo que más quería en la vida que ya no estaban juntos. Tras secarse las lágrimas, arrancó la moto y furioso, le dio al puño. Esquivando a la gente, llegó hasta a mí, pasó a toda velocidad por delante y ni siquiera me miró. Prefirió no hacerlo, para no llevarse un mal recuerdo de mí.

Pensándolo bien, no había pasado nada malo, ya no estaba con Ángel, en parte debería de estar agradecida, porque yo misma me decía que nada más que me estaba haciendo sufrir.
-Es esto lo que quería ¿No?-me dije un día-debería de estar feliz, ya no tengo preocupaciones, ya no tengo que depender de nadie. Mi corazón puede estar tranquilo.

En la vida de Ángel, todo volvió a ser como antes, volvieron las fiestas en su casa, la música a todo volumen y el alcohol. A mis oídos llegó que cada día estaba con una chica nueva. Y la verdad es que hacía lo posible para que no me molestase, pero era casi imposible, la rabia me comía por dentro. No podría superar nunca aquel amor que sentía por él. Me había atrapado demasiado bien y me dolía saber que él ya lo había superado, así, de la noche a la mañana, ya estaba acostándose con chicas.

Berta y Dani estaban ausentes del mundo, llevaba mucho sin saber de ellos, desde que Dani tuvo que ir ser atendido en el hospital, no sabía nada de ellos. A Berta ya no le llamaban a gritos las fiestas de Ángel, no quería saber nada de nadie, solo quería ayudar a su chico, era lo único que le preocupaba. Ella no estaba bien si Dani no lo estaba, pues Dani era su otra mitad.

La noche del 23, Ángel montó una gorda en su casa, tan gorda que hasta tuvo que intervenir la policía. Todo el mundo salió corriendo al enterarse, pero Ángel estaba demasiado ocupado comiéndole la boca a una pelirroja y no se enteró de nada. Cuando pudo reaccionar, vio que todo el mundo salía corriendo, y que la policía entraba. A los pocos segundos, Ángel se vio acorralado por cuatro policías.

-Ayúdame Lorena-le gritó a la pelirroja con la que hacía unos segundos se estaba morreando. La chica le negó rotundamente, cogió sus cosas y se fue de la fiesta.

Los policías pusieron a Ángel bruscamente contra la pared y lo cachearon, no llevaba nada sospechoso encima. Uno de los policías, apagó la música.
-Vaya, así que, el de la fiesta eres tú-le dijo uno. Ya tenían a Ángel fichado por algunas travesuras más-cuanto tiempo sin saber nada de ti ¿Dónde has estado metido, que no has dado la lata?
Ángel le miró de reojo mientras se separaba de la pared. Si no había dado la lata había sido porque se había echado novia.
-Bien amigo, pon las manos, ya sabes de sobra como funciona esto-le dijo el policía
Ángel puso las manos y se dejó esposar, se lo llevaron al coche y el último cerró el local.
La verdad es que Ángel se arrepentía que la locura de la fiesta hubiera llegado tan lejos, no le gustaban las aventuras con los policías, había tenido más de una y no le gustaba nada de nada. No se llevaba bien con ellos. Durante el trayecto a comisaría, no abrió la boca. Al llegar, lo bajaron bruscamente del coche y lo llevaron hasta una sala. Allí, lo sentaron en una silla, esposado, con las manos apoyadas en la mesa.

-Estate aquí, enseguida vendremos a interrogarte
Ángel agachó la cabeza, y en ese momento pensó en mí, en que estaría haciendo ahora mismo, y en que estaría haciendo él si no hubiéramos roto, si no estuviéramos peleados. Quizá en ese momento, él no estaría esposado, porque nunca hubiera hecho aquella fiesta, seguro que ahora estaríamos los dos juntos, bajo una fina sábana.

Los pensamientos de Ángel fueron interrumpidos por el portazo de un policía. Este se sentó delante de él. Ángel le miró con cara de pena.

-Bien amigo, otra vez por aquí… ¿A qué se debe tu visita?
-Ni-puta-idea-le contestó Ángel, vacilando.
El policía sonrió y se incorporó en la mesa-vaya, así que no tienes ni puta idea…-hizo una pausa-Yo te lo digo, si quieres
Ángel asintió-dímelo
-Fiesta demasiado escandalosa, con alta cantidad de drogas
Ángel frunció el ceño-Yo no tengo nada que ver con las drogas, yo no sabía que mis invitados tenían droga
El policía se apoyó en el respaldo de la silla-Pues sí, en la puerta se estaban metiendo de todo-calló por un momento-¡Cómo te lo pasas en tus fiestas! ¿Eh?
Ángel le miró fijamente, apretando la mandíbula-Le digo que yo no sabía que se estaban metiendo droga, si lo hubiera sabido, les hubiera echado. Lo último que quiero son problemas
El policía se encogió de hombros-Como responsable de la fiesta, te la vas a cargar tú por culpa de tus amiguitos
Ángel resopló-Seguro que ni los conocía, a mis fiestas viene todo el mundo que le da la gana
-Por eso mismo te la vas a cargar, por dejar entrar a cualquiera
Ángel desvió la mirada a sus manos esposadas, estuvo a punto de llorar-¿Qué diría Patricia si me viera así?-pensó en ese momento.

El policía se levantó del asiento y empezó a dar vueltas por la sala-Lo primero, te haremos unas pruebas, para ver si tú has consumido alguna de esas sustancias
Ángel frunció el ceño-No lo he hecho
-Tenemos que asegurarnos, amigo-hizo una pausa y dio dos pasos-después te diremos todas las quejas y denuncias que hemos recibido sobre tus fiestas, en esta última la peor de todas.
-Pero…solo era una fiesta-le gritó Ángel
-Hay formas y formas de hacer una fiesta, Ángel, y la tuya no era la más adecuada. Pagarás por tu error, lo siento
Ángel fijó su mirada en él-¿Cómo?-le gritó y se levantó de la silla, le dio una violenta patada a la mesa y gritó de rabia. El policía pidió refuerzos por el walkie talkie y en menos de dos segundos, tres policías más se plantaron allí.

Ángel estaba furioso, le pegó una patada a una silla y la tiró al suelo. Los policías se le echaron encima y lo sentaron de nuevo en la silla.
Él pareció calmarse, pero su mirada estaba llena de rabia-Le digo que no tengo que pagar por algo que yo no he hecho
El policía le miró vacilante y siguió dando vueltas-Tendrás una oportunidad de llamada, si consigues que esa persona venga y te defienda lógicamente y que todo concuerde, quedarás libre e iremos por aquellas personas que consumían esas sustancias.

Ángel respiró hondo y apretó la mandíbula, pensaba en a quien iba a llamar. No sabía qué hacer, estaba desesperado. Se lo llevaron a hacerse las pruebas, una vez que se las hicieron, lo llevaron de nuevo de vuelta a la sala. Allí, le dejaron un teléfono, le quitaron las esposas y le cerraron con llave.
-Recuerda que solo tienes una llamada, este teléfono solo te dejará hacer una, así que, elige bien a quien llamar-le dijo el policía antes de encerrarle.

Ángel cogió el teléfono y lo apretó con fuerza. No sabía que debía de hacer, estaba confuso y se arrepentía de todo lo que había pasado. Se arrepentía de verás de haberme dicho que me dejaba. Como un niño, empezó a llorar. Pensó en llamar a unos amigos, pero luego recordó que no se sabía el número de memoria. Tras más de quince minutos pensando, decidió a quien debería de llamar.

Estaba ordenando mi habitación, ya iba acostarme cuando de repente, mi móvil empezó a sonar, era un número muy extraño. Al principio pensé en no cogerlo, pero luego lo pensé mejor y lo cogí, eso sí, con un poco de miedo.
-¿Sí?-pregunté
-Patricia-escuché al otro lado del móvil
-¿Sí? ¿Quién es?
-Soy yo, Ángel
Fruncí el ceño-¿Qué pasa?
Escuché que estaba tenso y que su voz sonaba apagada-Patricia, necesito que me hagas un favor muy grande
Fruncí el entrecejo y respiré hondo-¿Después de todo quieres que te haga favores?-le pregunté enfadada
-Patricia…-me dijo tratando de calmarme, no quería que le colgara, si colgaba, estaba perdido
-Ángel ¿Cómo te atreves? Es que, lo tuyo es muy fuerte…
-Déjame hablar, por favor te lo pido
Su voz, sonaba tan calmada y serena que le dejé hablar
-Escucha, estoy en la comisaría-al escuchar esto, mis ojos se abrieron como platos, pero no hice ningún comentario-He hecho una fiesta y ha salido un poco mal, la policía ha llegado y bueno, me acusan de permitir droga, cosa que yo no he hecho porque me acabo de enterar de que estaban metiéndose droga en la puerta…
Respiré hondo-Te lo tienes bien merecido, así aprenderás-le dije con los ojos llenos de lágrimas
-Patricia…-hizo una pausa-¡escúchame!-tras otra pausa, siguió hablando-Necesito a alguien que me defienda, solo tienes que decir que me conoces bien y que nunca habría dejado que esto pasara…
Cerré los ojos con fuerza y negué con la cabeza-¿Cómo tienes tanto morro?
Las lágrimas le caían a Ángel sin parar, pero hizo lo posible para que yo no lo notase.
-Por favor, Patricia…necesito que me defiendas, si no lo haces, me meterán en la cárcel…no sé cuánto tiempo, será poco, pero me meterán
Respiré hondo y abrí los ojos-Ángel. ¿Por qué me llamas a mí? ¿Por qué has pensado que yo puedo ayudarte? Después de todo lo que me has hecho sufrir, después de todo lo que me has hecho, no mereces que te defienda…
Ángel apretó el puño e intentó relajarse-Patricia, solo tengo una llamada, y te he llamado a ti
-¿Cómo eres tan mentiroso?-me limpié una lágrima que me caía por la mejilla y fruncí los labios.
-Por favor, te lo estoy diciendo de verdad, no tengo más oportunidades de llamada
-No mereces que te ayude, Ángel. Es mi opinión-le dije sintiéndolo en lo más profundo de mi corazón.

Ángel se limpió las lágrimas. Sabía que le hablaba enserio, iría a la cárcel, yo no estaba dispuesta a mover un solo dedo por él. Pero sacó sus armas de seducción y se lo jugó todo a una papeleta.

-Escúchame Patricia. Si de verdad me quieres, si de verdad me amas, vendrás mañana a las nueve a defenderme, si de verdad me deseas y no puedes vivir sin mí no dejaras que me pase nada

En ese momento, un policía entró en la sala y le dijo que ya tenía que colgar.
-Hasta mañana-fue lo último que me dijo antes de colgar. Me tumbé en la cama y me quedé pensativa. Aquella noche me costó mucho trabajo quedarme durmiendo.



Continuará...

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