Estas fotos pertenecen al blog de Patri.

17 de diciembre de 2011

Capitulo 41 /Lacasitos de colores/

AVISO: El contenido de esta historia NO es real, es totalmente ficticio, creado por y para los fans, para pasar un buen rato, leyendo historias de sus ídolos. Disfrutad!



TITULO: LACASITOS DE COLORES



Capitulo 41 <Lacasitos de colores>

Llevaba días pensando en la manera de decirle a Ángel que me quería ir del barrio. No había noche en la que no llorase al imaginar como sería esa situación. Pensé en no irme, pero las palabras de Berta resonaban una y otra vez en mi cabeza. Y supe que tenía razón. Además, tras su pérdida necesitaba cambiar mi vida por completo. 


Me lavé la cara y me quedé mirándome fijamente en el espejo. Estaba decidida, en cuanto Ángel viniera a casa, se lo contaría. No había vuelta atrás. La verdad es que empezaba a ponerme nerviosa, no quería pasar por ese mal trago, no  quería separarme de él.
De repente llamaron al timbre, resoplé  y fui a abrir, Ángel apareció al otro lado con una perfecta sonrisa, para colmo ese día estaba feliz y más de lo normal, lo primero que hizo fue darme un besito en los labios, y después me saludó.
-¿Y esa cara?-Me preguntó extrañado-Te noto rara.
No le contesté, cerré la puerta y lo llevé hasta el salón. Cada vez estaba más preocupado y poco a poco se le iba borrando aquella preciosa sonrisa de su boca.
-Oye ¿Te pasa algo?-dijo sentándose junto a mi en el sofá.
Le miré a los ojos, tenía lágrimas a punto de caer.
-¡Ey!-dijo al ver mi triste mirada-¿Que te pasa princesa?
Tomé aire-Ángel...-fue lo primero que le dije desde que había llegado-Tengo que contarte algo.
Ángel tomó aire- Espera, antes quiero darte algo que te he comprado
Me quedé bloqueada, era imposible, yo iba a decirle que me iba y él comprándome cosas, así se haría mucho más difícil decírselo. Le miré fijamente y él sacó algo de una bolsa que llevaba
Me sonrió enseñándome una bolsa amarilla-Mira-me dijo contento.
Abrí los ojos como platos y una sonrisa se dibujó en mi boca. Ángel sonrió al ver que me había gustado.
Cogí la bolsa-Pero...¿Cómo sabes tu mi historia de los lacasitos?
Ángel soltó una carcajada.


Me quedé mirando aquella bolsa llena de lacasitos de colores, aquellos lacasitos que tanto me gustaban y que tanto habían marcado mi infancia.
Ángel me observaba contento-Son de la misma marca y todo
Asentí perpleja y miré la bolsa, hacía años que habían dejado de fabricar aquella marca de lacasitos o al menos eso creía.
-¿Como la has conseguido?
-Eso no importa-Se acercó a mi y me dio un beso-Para ti sola, pensé que te haría ilusión
Dejé la bolsa encima de la mesa-Claro que me hace ilusión...


Me encantaban los lacasitos de colores, era una pequeña pasión en mi niñez, gracias a unos lacasitos di mi primer beso y con lacasitos tiene que ver algunas de las cosas más importantes de mi vida. No sabía como Ángel se había enterado de todo aquello.
Tras darle las gracias, volví a ponerme triste, tragué saliva y me centré en lo que le iba a contar.
Ángel cada vez estaba más nervioso a la vez que inquieto, me agarró fuertemente las manos y seguidamente me las besó-Dime, ¿Qué te pasa, cariño?
Fijé mi mirada en la suya-Ángel... tengo algo en mente desde hace tiempo.
Él me miraba atentamente, esperando a que siguiera hablando.
-Quiero cambiar mi vida, Ángel...-hice una pausa-quiero irme de este barrio.
Al escuchar esto, el estómago le dio un vuelco-¿Cómo?
Asentí con la cabeza y le di un apretón en las manos-Lo necesito, tras la muerte de Berta es lo que quiero.
Ángel me miraba fijamente, sin saber que decir. Hubo un rato de incómodo silencio hasta que él se decidió a romperlo-Patricia, yo no quiero que te vayas.
Agaché la cabeza-Entiéndeme Ángel, ponte en mi lugar. Me voy,  me voy con mi familia.
Noté un apretón en las manos y seguidamente me miró a los ojos
-Lo que quiero es que... vengas conmigo
Él tenía ganas de llorar, se lo noté, pero supo contenerse. Me negó rotundamente-No puedes pedirme eso.


Abrí los ojos como platos, lo que me había dicho Dani era verdad-No puedo separarme de ti, quiero estar contigo-le dije
Volvió a negar rotundamente-Lo siento, me niego a irme de este pueblo, aquí he pasado toda mi vida.
Le miré a los ojos mientras una lágrima caía por mi mejilla-¡Ángel te quiero!
Nos envolvimos en un eterno abrazo que terminó con el más triste de los besos.
-Ven conmigo, te lo pido por favor-Le supliqué muy cerca de su boca.
-Patricia, no puedo hacer eso, no sabes lo que me estás pidiendo.
Le agarré la cara con las manos-¿Me quieres?
-Te amo, te deseo más que nada-Seguidamente me dio un tierno beso.
Me separé un poco de él-Pues ven conmigo, emprende una nueva vida junto a mi, vamonos a ser felices tú y yo.
Me apretó las manos- Podemos ser felices aquí.-Dijo sin más.
Negué con la cabeza-Tengo que irme, cambiar de aires.
-Entonces-agachó la cabeza-tendrá que ser sin mi.
Empecé a llorar como una tonta-No me digas eso.
Él me besó dulcemente y me acarició la cara de una manera delicada.
-Yo no puedo estar sin ti-Mis ojos estaban llenos de lágrimas y mi mirada brillaba en ese momento.
Ángel se encogió de hombros como diciendo "Esto es lo que hay"
Le miré a los ojos-¿Estamos rompiendo?-Pregunté con miedo a la respuesta
Él se limitó a asentir, no se atrevía a hablar por miedo a empezar a llorar en cualquier momento.


Pero la que rompí a llorar de nuevo fui yo y no dudé en lanzarme a sus brazos. Me abrazó más fuerte que nunca y me dio varios besos en la cabeza.
Al separarnos, nuestra mirada se encontró y ambos pudimos leer en ella un "Bésame". Sin dudarlo ni un momento, ambos fuimos a besarnos con más ganas que nunca, sabíamos que sería el último.
No quería separarme nunca de aquellos labios a lo que un día odié y días después estaba totalmente enamorada de ellos, tenía miedo que al terminar aquel beso se fuera. Pero de repente me fue tumbando en el sofá. ¡El último! ¡Claro! sería lo último de todo. Pondríamos punto y final a nuestra bonita aunque corta relación por todo lo alto.


Acabé desnuda a su lado, feliz por lo que acababa de pasar pero triste por lo que pasaría. Ángel me rodeaba con su brazo y yo estaba apoyada en su pecho.
-¿Cuando dices que te vas?-me preguntó en un hilo de voz
-Mañana
Ángel me miró sorprendido-¿Mañana?
Asentí-Hoy es nuestro último día juntos-me abracé más fuerte a él y él me dio un beso en la cabeza.
-¿A que hora te vas?
-En el tren de las nueve.
Ángel respiró hondo-No me hago a la idea de que todo acabe así, tan de repente... que mañana no voy a poder tenerte.
Alcé la cabeza-Pero... prométeme que vamos a seguir siendo amigos.
Él me asintió-Claro que si, visítanos de vez en cuando.


Por la noche, Ángel se marchaba, estaba vez si, ambos rompimos a llorar. Junto a la puerta de la entrada, se sucedieron mil besos y abrazos empapados por las lágrimas. Al separarnos nos quedamos cogidos por las manos.
-Nunca olvides que te quiero.
Asentí mientras agachaba la cabeza-Y yo.
-Sé feliz, cariño. Disfruta de tu nueva vida, no mires al pasado nunca-hizo una pausa-¡Te quiero!-me volvió a repetir.
Me abracé de nuevo a él-Ángel... vente conmigo, es la última vez que te lo pido
Sin dejar de abrazarme me dijo en un susurro-Lo siento amor-las lágrimas le caían sin parar
-Por favor-le repetí abrazándole más fuerte.
Ángel se separó un poco de mi, me cogió la cara y me dio un beso-Eres lo más bonito de mi vida.
Estuvimos un buen rato delante de aquella puerta. Ángel no quería irse y yo no quería que se fuera.
Abrazos, besos, palabras bonita y lágrimas.
-No voy a poder borrar nunca el momento en el que cruces esa puerta y te vayas para siempre de mi vida.
Él me sonrió y abrió la puerta cuidadosamente, me volvió a besar y me limpió las lágrimas con el dedo.
-Cierra los ojos un momento.
Cerré los ojos y esperé.
-No vas a tener que guardar ese mal recuerdo.
Fruncí el ceño, pero no abrí los ojos. Noté un dulce beso en los labios.
-Te quiero guapa-me dijo.
-Y yo-Contesté sin abrir los ojos. Al cabo de unos segundos sin escuchar nada, los abrí y él no estaba, se había ido, había sido silencioso, no había hecho el menor ruido y me había quedado allí sola.


Cerré bien la puerta y empecé a llorar sin consuelo alguno, me apoyé en la puerta y me deslicé hasta quedar sentada en el suelo. Soledad, tristeza y llanto me acompañaban. Lo que no sabía es que justo al otro lado de la puerta estaba él, sentado en el suelo, llorando a mares.
Cuando me calmé un poco, me limpié las lágrimas. Tenía las mejillas coloradas, entré en el salón y vi la bolsa de lacasitos encima de la mesa, una sonrisa se dibujó sola en mi cara, nunca he contado esto a nadie, pero los lacasitos me alegraban siempre. Me hacían feliz, porque eran de colores, y los colorines dan la felicidad, porque estaban ricos y porque eran de chocolate y a mi me apasionaba el chocolate. 
Suspiré y me fui a terminar de hacer las maletas, pues, al día siguiente, partiría rumbo a mi nueva vida, cerca de mi familia y lejos de Ángel.


Continuará...

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