Estas fotos pertenecen al blog de Patri.

2 de diciembre de 2011

Capitulo 26 /¡te quiero tanto!/


AVISO: El contenido de esta historia NO es real, es totalmente ficticio, creado por y para los fans, para pasar un buen rato, leyendo historias de sus ídolos. Disfrutad!



TITULO: LACASITOS DE COLORES


Capitulo 26 <¡te quiero tanto!>


El policía le retiró el teléfono con una sonrisa en la cara-vaya, vaya, que cara que se te ha quedado ¿Qué pasa? ¿No quieren ayudarte?
Ángel miró al policía con una mirada que mataba-Vendrá-le dijo sin dejar de mirarle-sé que vendrá
El policía soltó una carcajada-Eso ya lo veremos mañana y que sepas que no esperamos mucho ¿Eh?-se acercó a Ángel y lo agarró para llevárselo de allí-chaval, has dado negativo en la prueba
Ángel sonrió de lado-Lo sé, yo no consumo esas mierdas
El policía se lo llevó y lo metió en una celda, le empujó bruscamente y le quitó las esposas, seguidamente le encerró-Aquí pasaras la noche hasta que no llegue mañana. ¡Hasta mañana!
Ángel se agarró a los barrotes-Me podía haber metido sin empujones
El policía se dio la vuelta-Lo siento, es la costumbre

Cuando Ángel lo perdió de vista, se sentó en la cama y después se tumbó, pensando en que pasaría al día siguiente. ¿Iría a defenderle? Era algo que le preocupaba bastante, sobre todo por la respuesta que yo le había dado. Algo le decía que no iría, pero luego pensó en eso último que me dijo y vio algunas posibilidades.

Nació un nuevo día. Ángel se levantó con nervios en la barriga, había llegado el día esperado. Eran las ocho y media de la mañana, justo en ese momento el policía de siempre le abrió y le puso las esposas para llevarlo hasta una pequeña sala. Se metieron allí los dos. Ángel pudo ver que estaba todo preparado para la supuesta llegada de Patricia. A él lo sentaron en una silla, una mesa estaba enfrente y había tres sillas, con lo cual, quería decir que tres policías escucharían las palabras de Patricia. La silla de Patricia estaba en medio y tenía un micro preparado. Ángel estaba cada vez más nervioso. ¿Habría servido de algo la llamada? O ¿Le meterían en la cárcel durante un tiempo?
Ángel miró el reloj de la pared, eran las nueve y yo no aparecía. Empezó a ponerse realmente nervioso. Las nueve y diez y yo seguía sin aparecer.

De repente, el policía entró en la sala, Ángel se volvió rezando para que fuera yo.
-Lo siento Ángel, parece que a quien hayas llamado, no va a venir…y nosotros no podemos esperar mucho más
Ángel desvió la mirada y resopló-Esperar unos minutos más
El policía asintió-Pero solo unos pocos, no podemos tirarnos aquí toda la mañana
Ángel asintió, y de repente, toda la gente que faltaba en la sala, entró y se prepararon para esperar a Patricia.
Ángel cerró los ojos y empezó a rezar. Algo le decía que estaba perdido y las palabras que le dije por teléfono le llegaron a la mente “No mereces que te ayude, Ángel” “después de todo lo que me has hecho, no mereces que te defienda…”
Suspiró, al recordar esto, se tendió encima de la mesa, había acabado de confirmar que no iba a ir a ayudarle. Ángel se sentó bien después de que uno de los policías de la sala le llamara la atención.
Las nueve y cuarto, Ángel agachó la cabeza. Tenía ganas de llorar, pero supo contenerse, escuchó a uno de los policías decir que el caso estaba cerrado, que se había terminado el tiempo de espera. Ángel respiró hondo, ya está, iría a la cárcel, yo había cumplido con mi palabra.
-Me lo tengo merecido-pensó sin levantar la cabeza-Por idiota

De repente, la puerta se abrió y asomé la cabeza-¿Se puede?
Al escuchar mi voz, Ángel levantó la cabeza con una sonrisa de oreja a oreja y se volvió para mirarme. Le sonreí y él se levantó corriendo para venir a darme un abrazo, pero los policías fueron más rápidos y lo cogieron a la mitad del camino y lo volvieron a sentar. Pasé por al lado de Ángel y ambos nos miramos con una sonrisa durante unos instantes, pude escuchar cómo me dijo “gracias” en voz baja.
Me paré delante de la mesa y di los buenos días.

-Su nombre por favor-me dijo una chica
-Patricia, Patricia Conde Galindo.
-Siéntese ahí-me dijo señalando la silla del micrófono-¿Motivo de su retraso?
No supe que contestarle, no podía decirle que estaba pensándome seriamente si venir o no, porque entonces quitaría puntos.
-Está bien, no pasa nada-dijo la chica-Ángel, en pie
Ángel se levantó. La verdad es que me dio impresión verlo con las esposas y con esa cara de niño bueno.
-Usted dice que no tenía conocimiento de que en su fiesta se pasaba o se metía droga
Ángel negó rotundamente
-¿Cómo es que no se dio cuenta?
Ángel agachó la cabeza. No se dio cuenta porque estaba muy ocupado liándose con las chicas y eso no podía confesarlo delante de mí. Me miró y le miré frunciendo el ceño, como extrañada porque no contestaba. Le hice un gesto con la mano de “venga, no seas tonto, dilo” al verme, tomó aire y miró a la policía.
-Verá, yo, esa noche…había ligado y estaba dentro con unas chicas…en ningún momento salí fuera que es donde estaba todo
La chica asintió-Patricia… ¿Qué opina de todo esto?
Agaché la cabeza y me levanté para hablar por el micrófono-Verá, conozco a Ángel muy bien y sé que sus fiestas siempre son muy movidas, con mucha gente, porque deja entrar a todo el mundo. Pero él es un chico muy sano y responsable y sé que nunca se le ha ocurrido jugar con las drogas ni permitir que entren en su fiesta
-Así que…Me estás diciendo que, realmente, él no sabía que había droga en su fiesta
Negué con la cabeza-No, estoy completamente segura de que no sabía nada…

Tras más de dos horas hablando sobre el tema. Ángel salió libre, todos se creyeron lo que les conté. Tras quitarle las esposas, Ángel salió de la sala y me vio allí parada, leyendo un cartel, se acercó a mí y nos miramos a los ojos.
-Muchas gracias Patricia, creía que ya no venías
Le miré seriamente-Que sepas que no lo he hecho por ti-Al escuchar eso, la sonrisa se le borró-Lo he hecho por mí, porque entonces me estaría comiendo la cabeza todos los días y no lo soportaría
Desvié la mirada-lo hayas hecho por lo que lo hayas hecho muchas gracias-me dijo quitándole importancia a lo que había dicho.
Fue a darme un abrazo pero yo me giré-Adiós Ángel-le dije mientras empezaba a andar.

Él no me siguió, me dejó marchar, se quedó mirándome como un tonto. Yo tampoco iba a quedarme mucho tiempo más allí. Tuvo que cogerse un taxi para volver a casa.
Después de lo que le había pasado, Ángel convirtió las fiestas en reuniones de amigos, a puerta cerrada y solo entraba quien él quisiera. La música estaba baja y lo que más abundaba era la comida.
Desde aquel día, él y yo no habíamos vuelto a hablar. No sabía nada de su vida. Berta y Dani seguían desaparecidos del mundo y lo último que sabía de ellos era por un mensaje que me llegó de mi amiga, habían viajado a Londres a una clínica maravillosa para ayudar a Dani con su problema de drogas.
Berta siempre tan atenta con él. Se notaba que le quería un montonazo, tanto, que estaba dispuesta a llegar hasta donde hiciese falta para ayudar a su chico.

Yo me sentía sola. ¿Qué estaba haciendo con mi vida? Necesitaba cambiar, buscar nuevos retos. Era consciente de que todo el mundo había cambiado de vida. Ya nada era igual. Había perdido comunicación con mi amiga por culpa del problema de su novio, me había quedado sin amor y ahora estaba sola y aburrida. Mientras que todo el mundo sonreía a la vida y hacía lo posible por no mirar atrás.
Dos largos meses me pasé sola, sin nadie con quien hablar, saliendo a pasear todas las tardes, soñando con encontrarme a mi príncipe azul por el camino. Pero se convirtió en una rutina, una rutina que no me gustaba nada, que me aburría. Pensé en irme con mi madre unos días, pero acabaría contándole lo que me había pasado y no tenía ganas de escucharla decirme “Te lo dije, te dije que ese chico no era para ti, te dije que te olvidarás de él” No me apetecía en absoluto, y además no iba a darle el gusto haciéndola ver que ella llevaba la razón siempre.

Tres meses y llegó el verano. Mi estación favorita y la primera que pasaba sola. Berta seguía en Londres y yo seguía sin nuevos amigos y sin saber nada de Ángel.
Aquel día, se me cruzaron los cables y por la mañana temprano, salí de camino a la playa. Sí, tenía ganas de playa y me daba igual ir sola. Quizá mi príncipe azul me estaba esperando allí. El camino no se me hizo muy largo y a las doce de la mañana ya estaba allí. Aparqué el coche no muy lejos y me bajé. Llevaba unos pantalones vaqueros cortos, una camiseta blanca con una chica dibujada y unas chanclas playeras rosas. Me puse las gafas de sol y empecé a andar por el paseo. Me encantaba andar por allí, mirando el mar, evadiéndome del mundo, pensando en mis cosas…El sol pegaba muy fuerte ese día y no tenía ganas de bajar a la orilla ni de bañarme. Me sentiría muy ridícula estando allí sola en el agua, como una tonta. Me senté en un chiringuito y me pedí una coca-cola. Allí, en la terraza y de cara al mar, me la tomé lentamente. Me encantaba aquello, pero me lamentaba no poder estar con mi amiga o con alguien a quien pudiera amar.

Cuando me aburrí de estar allí, pagué y seguí andando. Paré en un puesto de sombreros, me probé todos los que me gustaron pero no me llevé ninguno. Al ir andando por el paseo, vi a unos chicos, me sonaban sus caras, pero no le di importancia, ambos iban hablando de una fiesta esa misma noche en la playa. Caminé y caminé durante horas por el paseo. Hasta que me entró el hambre y fui a comer. No pedí gran cosa, un plato de carne con patatas y una cerveza. Después de comer pensé en qué podía hacer. Y al ver que no había casi nadie en la playa, fui al coche, cogí la toalla y me tumbé a tomar el sol. Mientras estaba allí tumbada empecé a llorar. Lloraba al recordar los momentos tan bonitos que había vivido en la playa con Ángel, pensaba que él podría estar ahí conmigo en ese momento. Pero estaba sola. Era tan patético…

Me incliné y me quedé mirando al mar, sintiendo la brisa en mi cara. Después de un rato, me hice una coleta alta y me rodeé las rodillas con los brazos. Me encantaba el mar ¿Os lo he dicho ya? Miré la arena y con una mano dibujé un corazón. Sonreí al ver lo que había dibujado casi sin pensar y después lo borré. No me gustaba ver corazones. Odiaba los corazones en ese momento. Tras borrarlo, dibujé un corazón partido y dentro puse dos iniciales. “A y P”. Ese dibujo me gustaba más, así que no lo borré.
Me quedé en la playa hasta que el último rayo de sol se fue. Tras esconderse, empezó a hacer frío, así que me puse la ropa y recogí la toalla. Pensé en volverme ya a casa, pero aún no había visto la playa de noche totalmente, y pasear por la arena por la noche, era algo que me gustaba desde pequeña.

Me senté en un banco a esperar a que cayera la noche y entonces, cuando ya no quedaba nadie en la playa, entré yo. A caminar a paso lento por la orilla, escuchando el sonido de las olas. Anduve y anduve, nunca me casaría de pasear por la playa. A lo lejos, vi una silueta de alguien que venía en dirección a mí, parecía pasear también. Y Más a lo lejos había una fiesta en la orilla, como habían dicho aquellos chicos que había visto antes, por la mañana. La silueta de la persona cada vez estaba más cerca, no le distinguía porque no veía bien de lejos, cuando estaba un poco más cerca vi que era un chico y cuando ya lo tenía delante de mis narices vi que no era un chico cualquiera, vi que era…Ángel.
Me quedé bloqueada. ¿Qué hacía Ángel en la playa, el mismo día que yo, a la misma hora que yo y paseando como yo? Además, llevaba tres meses sin verlo y había cambiado mucho, le vi distinto, le vi con la mirada más brillante, con la sonrisa más perfecta, le vi más guapo. Yo también tenía que haber cambiado, porque él también se quedó mirándome unos instantes con el ceño fruncido.
Al mismo tiempo nos sonreímos. Ninguno sabíamos bien lo que decir.

-¡Pero bueno!-me dijo mirándome de arriba abajo. Yo le sonreí tímidamente-¡Patricia!
-hola-le dije con mi sonrisa puesta
-¡Joder Patricia!-me miró de arriba abajo-Como has cambiado
-Lo mismo digo-le dije con la mirada pérdida en sus ojos
-¿Qué haces por aquí?-me preguntó acariciándome el brazo
Me encogí de hombros-me apetecía venir a la playa
Ángel asintió y miró alrededor-¿Estás sola?
Le miré a los ojos y asentí-Sí, sola…
-Yo estoy en aquella fiesta de allí-Explicó señalándome a la fiesta. Miré y asentí-Lo que pasa es que he ido a dar un paseo por la orilla, me encanta pasear de noche por la orilla
Al escuchar eso le miré con la mirada llena de ilusión-igual que a mí-le dije emocionada
-¡Cuánto tiempo sin verte!-me dijo sonriente, sin quitarme la mirada de encima
Asentí y fruncí el ceño-¿No estás borracho?
Ángel soltó una carcajada-No…Aprendí la lección Patricia. Ya ni bebo en las fiestas
Le miré con media sonrisa en la boca-¿De verdad?
Ángel me asintió-Bueno, una coca-cola, pero nada más
Alcé una ceja-Se me hace raro
Se abrió de brazos y se miró de arriba abajo-El nuevo Ángel está aquí. ¡He cambiado!

Le miré de arriba abajo. La verdad es que si que había cambiado, tanto en personalidad como en vestimenta. Estaba diferente, ya no vestía tan gamberro como antes, ahora era más normal. Así estaba más guapo aún.

-Me gusta el nuevo Ángel-le dije guiñándole un ojo
El me sonrió-Y a mí el cambio de Patricia me gusta, pero me gusta siempre, tanto antes, como ahora
Al escuchar eso no pude evitar desviar la mirada y ponerme colorada. Él me acarició la cara y yo le miré.
-¿Me has echado de menos?-me preguntó con miedo a la respuesta
Le miré a los ojos y sin desviar la mirada le asentí. En ese momento mis ojos se empaparon de lágrimas. Ángel me dio un beso en la frente y seguidamente nos abrazamos. Las lágrimas se dejaron caer por mis mejillas mientras le abrazaba.
-Te he echado mucho, mucho de menos. He sufrido mucho sin ti, he estado sola tres largos meses-le conté apretándole con más fuerza.
Ángel cerró los ojos y apoyó su mejilla en mi cabeza-Tranquila, ya estoy aquí de nuevo, contigo…
Me separé de él al escuchar eso y le sonreí-¡Te quiero tanto, no sé porque acabamos de aquella manera!
-Quiero que me perdones-me dijo sin más-todo fue por mi culpa
Negué con la cabeza-Todo no, en parte también fue mía, por pensar mal de ti, por no querer escucharte.
Ángel me puso un dedo en la boca-sssh-me dijo en un susurro-El pasado ya está hecho, no vamos a rebuscar más en él ¿De acuerdo?
Me separé lentamente de él. No podía decirle que vale, que no rebuscaría más, pero yo necesitaba saber si Ángel me puso los cuernos con Paula, necesitaba saber que si volvíamos podría confiar en él. No podía quedarme con esa gran duda toda mi vida.
-No puedo no rebuscar, Ángel-le dije seriamente y dándole la espalda
Él frunció el ceño-¿Por qué?
Me puse el pelo tras la oreja y jugué a mover la arena con el pie-Porque…no, es imposible que confíe en ti, necesito saber si tu y Paula…
Ángel negó con la cabeza-Patricia…silencio. No quiero que te metas más en ese tema, no me gusta, por culpa de eso, discutimos
Me di la vuelta y le miré-¿Cómo olvidarlo, Ángel?
-Escúchame, hace tres meses que no te veo y no quiero que nuestro reencuentro sea para hablar de esto…
Le miré a los ojos y fruncí los labios-¿Qué hacemos entonces?
Ángel me sonrió-Tengo una idea…
Le sonreí de lado y alcé una ceja-Me dan miedo tus ideas
Ángel se rascó el cuello-esta es buena-hizo una pausa-creo
En ese momento solté una carcajada-Sorpréndeme-le dije sin apartar mi mirada de la suya.

-Hagamos como que nos acabamos de conocer
Le miré alzando una ceja, sus ojos brillaban por la luz de la luna, le sonreí de lado-¡Que locura! No saldrá bien
-Claro que si, boba-me dijo-empecemos desde cero. Tres meses sin vernos, ambos hemos cambiado…puede funcionar
Solté una tímida risita y aparté la vista.
Ángel me miraba fijamente a los ojos, entonces me tendió la mano-Hola ¿Qué tal? Soy Ángel
Le miré a los ojos y le cogí la mano-Hola, encantada, yo…soy Patricia
-Que nombre más bonito-me dijo
Aparté la mirada-gracias-dije poniéndome el pelo tras la oreja
-¿Vienes a mi fiesta?-me preguntó señalando la fiesta. Eché un vistazo para ver la gente que había. Después negué con la cabeza.
-No, gracias, prefiero quedarme sola antes que ir con todos esos idiotas
Ángel abrió los ojos como platos, pero al verme la cara de gamberra, empezó a reírse, sabía que lo había dicho para enfadarlo-¡Pero bueno! ¡Tendrás morro!
Solté una carcajada y él se abalanzó sobre mí, haciéndome cosquillas, yo caí al suelo muerta de la risa y él vino detrás. Le aporreaba cariñosamente en la espalda mientras no paraba de reír a carcajadas.



Continuará...

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