Estas fotos pertenecen al blog de Patri.

15 de abril de 2012

Capitulo 4 "Mesa para dos"

AVISO: El contenido de esta historia NO es real, es totalmente ficticio, creado por y para los fans, para pasar un buen rato, leyendo historias de sus ídolos. Disfrutad!

 Capitulo 4 <Mesa para dos>

Como todo un caballero, Carlos me abrió la puerta del coche y con delicadeza me ayudó a subir, le di las gracias y una bonita sonrisa se le dibujó en la boca. 
Se montó en el asiento del conductor y me miró, nerviosa busqué las llaves en mi bolso. Entre que no las encontraba y que Carlos me estaba mirando de esa manera me estaba poniendo mucho más nerviosa. Le miré apurada, urgando como loca en las profundidades de aquel bolso que parecía que se había tragado mis llaves.
-Tranquila- dijo al ver que estaba nerviosa.
Finalmente las malditas llaves aparecieron y nos pusimos rumbo a casa, le fui indicando poco a poco el camino y no hablamos de nada más en todo el trayecto. Aparcó perfectamente el coche y quitó las llaves.
Nos bajamos y nos quedamos mirándonos, uno enfrente del otro, ahí si que estaba nerviosa, aunque me esforzaba para que no se diese cuenta, me puse el pelo tras la oreja y alcé la mirada para encontrarme con la suya, él no dejaba de mirarme.
-Bueno- dije para romper esa tensión que había en el aire- muchas gracias por traerme.
Él hizo un gesto con la cabeza, dando a entender que no importaba- Me hubiera sentido mal si te hubiera dejado venir sola.
Agaché la cabeza- gracias, de verdad- le miré- pero... ahora tu tienes que irte andando
Carlos se encogió de hombros- He ido a la fiesta andando, volveré andando, no importa.
Negué rotundamente y le tendí las llaves del coche- Llévatelo.
Él me miró sorprendido, pero no aceptó las llaves, se quedó mirándome con una sonrisa.
-Llévatelo- volví a tenderle las llaves- así no vuelves a pie, mañana me lo traes, ya sabes donde vivo.
La sonrisa de Carlos no podía ser mas grande en ese momento, cogió las llaves- pero mañana cuando te lo traiga tendré que volver andando.
-Pero estará de día- mirá al cielo- ahora está de noche y es mejor que te lo lleves- agaché la cabeza y fruncí los labios- Yo también me preocupo por ti.
-Pues, gracias- hizo una pausa- mañana vendré a la hora de comer.
Asentí sin dejar de mirar esos preciosos ojos.
-Así te doy tiempo a que descanses de la fiesta, que creo que lo necesitas.
Sonreí- te esperaré a la hora de comer.
Carlos dibujó una sonrisa, entendí que le había gustado como había sonado eso.
-Bueno, lleva cuidado por ahí.
Él asintió de una cabezada, se acercó a mi poniéndome una mano en el hombro- hasta mañana Patrcia- me dio dos besos en las mejillas.
-Hasta mañana Carlos.
Le seguí con la mirada hasta que se montó en el coche. Me di la vuelta con una sonrisa y resoplé.

Nada más entrar a casa me quité aquellos tacones que me estaban matando y me quité el vestido para ponerme cómoda. Mientras me cambiaba, pensaba en todo lo que había pasado en la fiesta. Pero sobre todo pensaba en él, en su risa, en su cuerpo, en sus ojos. Me tumbé en la cama, me quedé un rato observando al techo, una sonrisa de estúpida se me dibujó en la boca al recordarle. Cerraba los ojos y parecía que sentía su cuerpo bajo las yemas de mis dedos, cuando baile con él aproveché para agarrarlo, para sentir su cuerpazo, no todos los días una puede darse esos caprichos. Abrí los ojos y me pasé una mano por la frente, me emocionaba solo de pensar que le volvería a ver, en parte le hacía dicho que se llevase el coche como excusa, pensando en él me quedé dormida.
A la mañana siguiente me desperté temprano, toda la almohada estaba llena de maquillaje, se me había olvidado desmaquillarme, algo no muy habitual en mí, pues yo siempre me desmaquillaba, daba igual la hora que fuera.
Me vestí y fui al baño, me desmaquillé lo poco que me quedaba y no tuve ganas de volver a maquillarme, me perfumé y fui a organizar un poco la casa, cuando me vine a dar cuenta era la una y no había preparado nada de comer. El sonido del timbre me sobresaltó, al abrir, Carlos y su sonrisa aparecieron al otro lado.
-Buenas
-Hola
-¿Que tal has dormido?
Me sorprendía que fuera tan atento comigo.
-He dormido bien ¿Y tu que tal?
Asíntió- Bien también, vengo a devolverte esto- me tendió las llaves del coche- gracias, ese coche se conduce de maravilla.
-Sí, es un buen coche.
E´l me miró fijamente- Que guapa estás hoy.
La miré tímidamente, rezando para que no me hubiera puesto colorada.
-Así, tan sencillita, tan... tú.
Me puse le pelo tras la oreja-Gracias, así es como yo me encuentro mejor.
Carlos alzó una ceja- ¿Has comido ya?
Negué con la cabeza, extrañada por la pregunta.
-¿Te apetece venir a comer conmigo?

Había ido muy directo al grano y me había dejado bloqueada, no podía ni responder, pero no podía dejar de mirarle. Se me hacía raro que un hombre como aquel me estuviera porponiendo ir a comer. Carlos se quedó parado al ver que yo no reaccionaba.
-Perdona, quizá he sido muy lanzado.
Sonreí y desvié la mirada- Un poco sí, no voy a negarlo.
Agachó la cabeza, empezada a estar avergonzado y un poco incómodo.
-Pero bueno, me lo has propuesto y yo te voy a decir que...- en ese momento nos miramos a los ojos- que si, que me apetece un montón ir a comer contigo.
Una enorme sonrisa apareció en la boca de Carlos- vaya, que bien, tenía miedo de tu respuesta.
Le invité a pasar y le dije que esperase en el salón mientras yo me cambiaba la camiseta y me agarreglaba un poco el pelo. Mientras esperaba, no se sentó, si no que estaba de pie, en medio del salón mirando todo. Cuando estuve lista salí y me quedé mirándome desde la puerta, le sonreí- ya estoy.
Él me miró de arriba abajo, tenía las manos en los bolsillos- ¡Que guapa!
-Gracias.
-Estaba aquí, mirando lo bonito que lo tienes todo.
Me puse el pelo tras la oreja- ¿Te gusta?
Me miró fijamente- Tienes un buen gusto, muy sencillo todo.

Nos montamos en el coche, conducía yo, lo que no sabía si era buena idea o no, ya que tenerle ahí al lado a la hora de conducir me ponía muy nerviosa. Antes de arrancar decidimos a donde ibamos a ir, iba todo el camino nerviosa, intentaba no empezar a hablar de ninguna tontería, porque cuando estaba así me daba por soltar chorradas.
-Que casualidad que nos hayamos conocido gracias a Berta ¿No?
Asentí- Sí, las coincidencias...
Carlos soltó una carcajada, no entendí bien porque, pero eso solo me puso más nerviosa de lo que ya estaba.
-Yo a Berta la conozco desde hace tiempo, nos hemos visto pocas veces pero hemos cogido amistad enseguida.
Le miré unos segundos-Te quedaste en su cumpleaños en vez de ir a ver a tus padres, eso dice mucho de vuestra amistad.
Él miró por la ventanilla-Pues si, es una buena amiga a pesar de conocernos poco.
-Berta es una persona increíble.

En el coche me di cuenta de que Carlos es una de esas personas que cuando empiezan a hablarte hacen que te sientas como si estuvieras hablando con un amigo de toda la vida, y esa clase de personas me encantaban.
Entramos al restaurante, el camarero nos sentó en una mesa para dos, en una esquina y nos encendió una vela en el centro. Le miré extrañada.
-No, no, si no somos parej...
Carlos me interrumpió- Si, si, déjala, así está bien, gracias.
Al mirarle él me sonrió y desvió la mirada en seguida. Le noté nervioso, cogió la carta y se tapó la cara fingiendo que leía el menú. Me mordí disimuladamente el labio, a cada segundo que pasaba con él me gustaba más, es que creía que era el hombre perfecto, pues todo en él parecía perfecto, tanto en lo físico como en lo personal.
Al cabo de un rato se quitó la carta de la cara, pedimos lo que quisimos y mientras no traían la comida, empezamos a hablar, a decir verdad, habái veces en las que me costaba prestarle atención, me quedaba embobada en él. Y cuando mis nervios se iban me soltaba alguna indirecta sobre el amor o sobre como le gsutaban físicamente las mujeres y aprovechaba para describirme a mi.
En esa cena empecé a darle vueltas a la cabeza, cada cosa que me decía...
Creía que le gustaba, aunque no me lo dijese, ambos nos habíamos gustado y al parecer desde la primera vez que nos vimos, pues en la fiesta le pillé mirándome fijamente.
-Ahora, me vas a perdonar por la pregunta, no quiero que pienses cosas que no son de mi pero...- en ese momento el corazón me dio un vuelco- ¿Tienes novio?
Me sorprendí al escuchar aquello, ese chico a veces iba muy directo al grano, aunque me gustaba.
-No, no tengo.
-¿Un amiguete?
Sonreí de lado-Tampoco
-¿Estás casada?
Solté una carcajada- ¿Casada?- negué rotundamente- ni tengo novio, ni amiguete, ni estoy casada, ni nada de nada.
Carlos asintió varias veces con una sonrisa en la boca.
Mi mirada se clavó en la suya y entonces le pregunté algo que nunca le hubiera preguntado- ¿y tu?
Él alzó una ceja y se mordió el labio inferior- No, yo tampoco.
-Es raro- me sorprendí a mi misma de eso que le dije, pero no lo pensaba, simplemente me dejaba llevar.

Carlos desvió la mirada por un instante- ¿Raro? ¿Raro por qué?
Agaché la cabeza muerta de vergüenza ¿Ahora que le decía para arreglarlo? me estaba agobiando, yo pensaba rápidamente algo que decirle y él me miraba espectante, sin quitarme el ojo de encima.
-Porque es raro- dije de nuevo. "Muy bien Patricia, te has lucido con la respuesta"- pensé.
-No entiendo porque dices que es raro.
Me mordí la lengua divertida y le miré sonriente- Porque es raro que un chico como tu no tenga nada.
-Puedo decir lo mismo- se incorporó un poco hacia adelante- es raro que una chica como tu no tenga novio- hizo una pausa- porque eres tan preciosa por dentro como por fuera.
Esccuhar aquello me dejó completamente bloqueada, le miraba con una sonrisa, sin poder  creer lo que me acababa de decir.
-Tengo que decirte que yo no soy así con todas las mujeres, tan lanzado- desvió la mirada- es que tu... no sé, es diferente, siento que tengo que decirte lo que pienso.
Asentí- En el fondo me gusta que seas así, me sirve para conocerte más.
La comida fue de maravilla, después de esa conversación Carlos dejó de enviarme indirectas, aunqeu su mirada o su sonrisa me decían todo.
Le llevé a casa y le di las gracias por todo, ya que pagó él. Antes de bajar del coche me tendí un papel con su número de móvil escrito, lo cogí y lo miré atentamente, después le miré a él, me guiñó un ojo, me dio un dulce beso en la mejilla, se despidió de mi y bajó del coche. Le observé hasta que se metió a su cas e ilusionada grabé el número en mi móvil, aquello era como un tesoro, no debía de perderse. Durante esa comida consiguó tocar mi corazón solo con palabras, con todo lo que me había contado, era una persona maravillosa.

Nada más entrar a casa, el móvil empezó a sonar, era Berta.
-Hola, te llamo para preguntarte una cosa.
-Dime
-¿Te gusta Carlos?
Fruncí el ceño- ¿Que dices Berta?
-¿Te gusta? ¿Por qué no os veís a solas un día? es un amor, creo que sois tal par cual, además hacéis buena pareja.
Sonreí- Berta frena el carro, no me gusta Carlos, no insistas, ya hablamos- le colgué y resoplando me llevé una mano a la frente, preguntándome porque le había negado algo que era innegable, Carlos me encantaba.

Continuará...

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