Estas fotos pertenecen al blog de Patri.

27 de mayo de 2012

Capitulo 15 "Es perfecto"

AVISO: El contenido de esta historia NO es real, es totalmente ficticio, creado por y para los fans, para pasar un buen rato, leyendo historias de sus ídolos. Disfrutad!


Capitulo 15 "Es perfecto"


Me costaba entender porque Berta había comprado aquella revista o había buscado nuestras fotos por internet. ¿De verdad le interesaba tanto? ¿Acaso dudaba de mi? ¿De lo que le conté que no pasó nada entre nosotros? Me dolió enterarme de aquello, Berta es mi amiga y yo confiaba plenamente en ella.
El móvil empezó a sonarme mientras caminaba por la calle, me lo saqué del bolsillo y me sorprendí al ver quien me llamaba.
-¡Hola Carlos!
-Patricia ¿Lo has visto?
Fruncí el ceño- ¿El que?
-Las fotos, los vídeos que han puesto por la tele... ¡Todo!- estaba nervioso a la vez que enfadado.
-Carlos tranquilo, no le des importancia a todo eso ¿Vale? no la tiene.
-¿Como que no la tiene? ¡No me da la gana que publiquen fotos mías por todas partes!- dijo casi gritando.
Respiré hondo- Carlos, de verdad relájate. Olvida el tema, es mejor pasar.
Escuché como resopló al otro lado del teléfono.
-¿Que te parece si quedamos esta tarde?- le propuse casi sin pensar.
Hubo un rato de silencio- ¿Para qué? ¿Para que nos vuelvan a hacer fotos?
-¿Vas a estar escondiéndote ahora? ¿No vas a quedar conmigo nunca más?
Él se llevó una mano a la cara, pudiendo comprobar que lo que acababa de decir había sido una tontería.


Al final después de desahogarse conmigo por teléfono, decidió olvidar el tema y quedamos esa tarde en mi casa, le había invitado a tomar un café y unos dulces. Mientras lo preparaba todo en la cocina, escuché un ruido en mi habitación, me sobresalté y fui a ver que pasaba. Un frasco de colonia que tenía en una estantería se había caído al suelo, no entendía como había podido pasar pues estaba bien colocado.
-¡Joder!- fui a  recoger los cristales, el olor que había allí era muy fuerte, metí los cristales en una bolsita que saqué de un cajón. Cuando me levanté a por la fregona y me di la vuelta, Carlos estaba ahí parado, a los pies de la cama, mirándome, con las manos en los bolsillos, sin inmutarse. Pegué un grito y fruncí el ceño, no entendía nada.
-¡Carlos! ¿Que haces aquí? ¿Como has entrado?- él no me contestaba- Carlos..- tenía el corazón acelerado, estaba muy serio y apenas se movía, daba hasta miedo- ¿Cómo has entrado?- repetí, pero él seguía sin contestarme- ¿Estás bien?- me acerqué con miedo a él, cuando me iba acercando notaba frío, y a cada paso notaba más frío. Estiré la mano para tocarle, él me miraba, pero seguía sin moverse, sin hablar. Cuando parecía que ya iba a tocarle, que ya estaba muy cerca de su brazo, me mareé y me caí encima de la cama.
Me froté los ojos y cuando los abrí allí ya no había nadie. No entendía que acababa de pasar.
-¡Me estoy volviendo loca!- me dije a mi misma- esto de ver tanto a ese doble de Carlos...- me llevé una mano a la cabeza y me incorporé en la cama. Miré al suelo, allí seguía el perfume y la bolsa con los vidrios. Apoyé la mano en la cama para incorporarme y noté un folio bajo mi mano, extrañada lo cogí y lo abrí. "Cuando discutamos no me dejes ir" ponía en letras mal escritas. El corazón me dio un vuelco, y sin darle más vueltas a la cabeza salí a terminar de preparar las cosas. En ese momento el timbre de la puerta me sobresaltó. 
-¡Mierda!- pensé. Era Carlos y no me había cambiado de ropa, además olía al perfume que se había roto que no veas. Corrí a abrir la puerta y Carlos apareció al otro lado con una bandeja de algo en la mano.


-¡Hola preciosa!- me dijo deslumbrándome con su encantadora sonrisa.
-Hola, adelante, estás en tu casa.
Carlos entró y se giró a mirarme mientras yo cerraba la puerta- Ojalá- me dijo sin más.
-¿Que traes ahí?- pregunté muerta de la curiosidad
Él me lo escondió tras su espalda y me sonrió mirándome fijamente a los ojos- Primero dos besos y luego te lo enseño.
Solté una carcajada al escucharle decir esto, me recordó a lo que se le hace a los niños pequeños. Le di dos dulces besos en las mejillas y este me tendió la bandeja.
-Aquí tienes, son unos dulces que me gustan a mi mucho, supongo que te gustaran también.
Asentí llevándolos al salón donde ya estaba todo preparado. Él vino detrás.
-¿Que te has echado el bote de colonia entero?-me dijo al oler tan fuerte.
Sonreí- Calla, calla, que se me ha roto un frasco...
Serví dos cafés y nos pusimos a hablar tranquilamente, aunque la verdad es que a él le notaba algo nervioso, hablar con él había hecho que me olvidase de lo que había pasado con el frasco de perfume y con la aparición rara de el "Doble de Carlos"
En ese rato que estuve con Carlos me di cuenta de que me gustaba en muchos sentidos, que era un hombre maravilloso, que podía ser mi hombre. Y mientras él me contaba no sé que aventura, yo pensaba en las palabras de mi amiga Berta, que me había dicho que yo le gustaba tanto a él que quería ir poco a poco. Miré a Carlos a los ojos por un momento, ella me dijo que no lo sabía seguro y sentí ganas de interrumpirle y de preguntarle para salir de dudas, pero aquello me parecía una locura. Fijé mi mirada en sus perfectos labios, pensando en cómo sería besarlos y cuando terminó de hablar se percató de que estaba embobada mirando sus labios y esbozó media sonrisa, yo sonreí al ver lo perfecta que la tenía.
-¿Que pasa?
Negué desviando la mirada y con una vergüenza enorme, me puse le pelo tras la oreja y ambos nos miramos con media sonrisa.
-¿No te interesan mis historias que te quedas embobada? 
Desvié la mirada al suelo y dejé el café encima de la mesa- Claro que me interesan tus historias, Carlos.
Él también dejó el café encima de la mesa, parecía que ambos queríamos que pasase lo mismo, parecía que nos estábamos acomodando y solo nos quedaba esperar el beso.
-Que bien hueles
Sonreí.
-Se te ha debido de romper el mejor frasco de colonia.
Respiré hondo y me preparé para decirle aquello que estaba apunto de decirle- Carlos... ¿Sabes que eres el primer hombre que entra a mi casa en mucho tiempo?
Él alzó las cejas- ¿De verdad?
Asentí muerta de vergüenza.
-Vaya, yo que pensé que las presentadoras guapas de la tele estaban cada día con uno- bromeó.
Solté una carcajada- ¡Ya quisiera yo!- le miré- en realidad yo no ligo tanto como puede pensar la gente.
-No me lo creo.
Asentí totalmente seria- es verdad.
-¿Y que pasa? ¿Te gustaría ligar más?
Negué con una sonrisa- Que va, yo estoy muy bien como estoy. ¿Tu ligas mucho?- pregunté muerta de la curiosidad.
Él se sorprendió por la pregunta y desvió la mirada- ¿Y si te digo que... no?
Le miré- No me lo creo.
-Pues mira, yo no me creo que tu no ligues y tu que no lo haga yo, estamos empate. 
Sonreí muerta de la vergüenza.
-Si tu no ligas es porque no sueles salir de fiesta- comentó.
Me encogí de hombros- Puede ser, a mi la fiesta no me va mucho.
-A mi tampoco, yo soy un hombre muy relajado, si hay que ir a alguna pues se va, pero...
Le miré fijamente, me encantaba que tuviéramos tantos gustos parecidos, estaba cada vez más convencida de que aquel hombre era perfecto y... me estaba enamorando de él. 


Me mojé los labios con la lengua disimuladamente y me acerqué un poco más a él. Carlos parecía dispuesto a seguirme el juego, nuestras miradas se encontraron y de repente, estaba besando sus labios, cerré los ojos y le pasé una mano por el cuello, sólo quería disfrutar el momento, sólo quería que aquello fuese eterno, no me lo podía creer, pero estaba pasando, estaba besando al mallorquín, al amigo de Berta, a ese hombre que en cuestión de días se había ganado todo mi cariño y más. Le estrujé más contra mi mientras le besaba, sentía ganas de tumbarme sobre él de perder completamente los papeles.
-¡Eh!- me dijo entrando sonriente al salón- ¡Que te duermes!- se sentó en el sofá.
Abrí los ojos muerta de vergüenza por lo que me acababa de imaginar. Ojalá aquel beso hubiera sido real. Le miré pensando en lo que acababa de imaginarme y esbocé una sonrisa.
-No estaba durmiendo, estaba... pensando en mis cosas
Él me sonrió- Desde luego, es que me voy un rato al baño y te me duermes- bromeó.
-¡Que no estaba durmiendo!- sonreí.
-Oye Patricia, me encanta estar contigo pero tengo que irme ya.
Puse mi carita de pena y le puse una mano en el rodilla-  No puedes irte ya, hemos estado poco tiempo.
-Tengo que irme, tengo que hacer cosas para mañana, lo siento.
-Quédate un rato más- le supliqué aún con mi cara de pena.
Él sonrió al verme la cara, se acercó a mi y me dio un apretado beso en la mejilla- otro día quedamos más tiempo ¿De acuerdo?- se levantó del sofá y me guiñó un ojo- Nos vemos guapa- se fue de la casa sin que saliera a despedirle a la puerta. Me quedé allí sentada en el sofá, me puse una mano en la mejilla dónde me había dado el beso y sonreí como una tonta enamorada.
-¡Es perfecto!- me dije a mi misma.




Continuará...

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