Estas fotos pertenecen al blog de Patri.

30 de marzo de 2012

capitulo 27 Tengo que contarte algo

AVISO: El contenido de esta historia NO es real, es totalmente ficticio, creado por y para los fans, para pasar un buen rato, leyendo historias de sus ídolos. Disfrutad!

Capitulo 27 <Tengo que contarte algo>

Me desperté antes que nunca ese día, aún se me hacía raro abrir los ojos y ver a Dani a mi lado, pero me estaba abrazando y completamente dormido. Sigilosamente le quité la mano de encima y me bajé de la cama. Tardé demasiado en salir de allí, pues a cada movimiento que hacía le miraba para que no se despertase. Me vestí corriendo, me lavé la cara y me maquillé, ni si quiera desayuné, le escribí una nota a Dani diciendo donde estaba y me fui al hospital a ver a mi amiga. Nunca había tenido tantas ganas de verla, en la vida, pero sabía que sería un reencuentro precioso después de de todo lo que había pasado.
Pregunté si podía entrar a verla y me dijeron que si. Tomé aire antes de entrar, al abrir la puerta y ver que era yo, se incorporó bruscamente en la cama con una sonrisa, vi que estaba dispuesta a bajar y todo para ir a darme un abrazo.
-Eeeh- le dije diciéndole con la mano que parase- Espera mujer, que ya voy yo- me acerqué corriendo a ella y nos dimos el abrazo más bonito y cariñoso que había dado en mi vida. Le di un fuerte beso en la mejilla.
-¿Cómo estás?
Ella me asintió- Muy bien, no recuerdo nada- se llevó una mano a la cabeza- Pero menos mal que estoy bien- abrió los brazos para que fuera a abrazarla de nuevo.
-No sabes lo que me alegro de que te hayas recuperado en tan poco tiempo.
Ella me miró con media sonrisa- Si me he recuperado rápido será porque el golpe no fue tan fuerte ¿No?
La miré fijamente, recordando que había salido por los aires y había ido a parar muy lejos- Berta, fue un golpe horrible.
Ella me miró- ¿Lo viste?
Negué- Pero te vi tendida en el suelo- hice una pausa para no romper a llorar- y estabas muy lejos del lugar donde te habían atropellado.
Berta cerró los ojos fuertemente- Ojalá ese cabrón se muera en la cárcel.
Agaché la cabeza y después la miré con una sonrisa, como por arte de magia las lágrimas desaparecieron de mis ojos- Tengo a 3 sospechosos, de esos tres, uno es el que te ha atropellado.
Berta empezó a llorar de alegría y de repente le entró la risa- ¡Eres la caña, amiga!- me dijo- Es que, de verdad… ¡Ya les tienes! Me alegra saber que saliera de ti ir detrás de ese tío.
Asentí varias veces- Pues claro que si, ¿Te atropellan y yo… que soy poli, me voy a quedar con los brazos cruzados? De eso nada.
-Eres la mejor ¡Te quiero más!

Después de estar una larga hora con mi amiga en el hospital me fui a comisaría a terminar el caso del tío del descapotable. Entré con una sonrisa, ver a Berta me había subido la moral. Cogí los folios y leí varias cosas que yo misma había apuntado y entré en una sala, la que estaba especializada, la sala donde al otro lado del cristal iban a entrar los sospechosos, nosotros les veíamos, pero ellos a nosotros no. Me senté y seguí leyendo los documentos allí. De repente la puerta se abrió y un compañero me saludó.
-Aquí te traigo a la testigo.
La señora que me facilitó todos los datos entró y mi compañero nos cerró la puerta. Me levanté y la saludé con dos besos- Buenos días señora.
-¿Qué tal guapa?
-Siéntese conmigo- le señalé la silla y la mujer se sentó a mi lado. Di un sorbo a mi vaso de agua y le expliqué lo que íbamos a hacer- Verá, ahora entraran los tres sospechosos, ellos no nos verán, usted tiene que identificarlos ¿De acuerdo?
-De acuerdo.
Apreté un botón para encender el micrófono- Que pasen los tres sospechosos, por favor.
Una puerta se abrió y los tres sospechosos entraron en la sala. Miré atentamente a la mujer, esta les miraba fijamente.
-¿Reconoce a alguno de los tres?
La mujer no me contestó, siguió mirando a los tres hombres fijamente y finalmente retrocedió en la silla y me miró- Ya le tengo.
Esbocé una sonrisa- ¿Quién es?
-El 2.
-¿El número dos?
La señora asintió- Estoy completamente segura, con la perilla… sí, si, es él.
-¿Está totalmente convencida señora?
- Por supuesto que si, le reconocería en cualquier lugar del mundo, la cara de alguien que atropella a una persona no se olvida.
Asentí, le puse una mano en el hombro, como dándole las gracias por todo. Apreté el botón de nuevo y encendí el micro- Por favor, que salga el número 1 y 3.
Mi compañero abrió la puerta, señaló con el dedo a quienes les había dicho y los sacó de la sala, el otro se quedó dentro.
Me levanté de la silla y me despedí de la señora, con ganas y rabia me dirigí a sacar a aquel capullo de la sala para dirigirlo a otra e interrogarlo.
Me metí a solas con él, le miraba con rabia, sentía ganas de pegarle, de golpearle muy, muy fuerte.

-¿Cómo pasó todo?
Él me miraba, pero no respondía.
-¿En qué coño estabas pensando?
De nuevo el silencio me respondió.
-¿Por qué cojones ibas tan rápido?
Él negó- No diré nada sin presencia de mi abogado.
-Gilipollas- le dije sin más- Eres lo peor del mundo y te vas a pudrir en la cárcel, que lo sepas- abrí la puerta y le dejé allí solo.

Pasaron dos meses desde aquella amarga experiencia, el que atropelló a Berta estaba en la cárcel y mi amiga estaba más viva que nunca, con una energía increíble y enfrentando el día a día con unas ganas y un optimismo que no era normal. Cambió completamente su forma de ver las cosas, estaba claro que había vuelto a nacer. La idea de irse lejos la borró por completo, y de la noche a la mañana dejó de estar enamorada de Dani y le trataba como a un amigo muy especial y estaba encantada con que fuéramos felices y estuviéramos viviendo juntos. De vez en cuando nos compraba algún detalle para nuestra casa, que era nuestro “Nidito de amor” según ella.

Aquel día, Dani me dijo que iría a buscar a Berta para traerla a casa y tomar un café y pasar la tarde. De camino a mi casa, en el coche, iban hablando sobre algo que a Dani realmente le interesaba.
-Se lo tenemos que decir-dijo sin más.
Berta frunció el ceño- ¿El qué?
-Lo nuestro.
Se creó un cierto silencio y ella le miró- No podemos decírselo, tenemos un pacto.
Dani asintió- Pues lo rompo, quiero romperlo.
-Dani…-hizo una pausa y miró por la ventanilla- no se lo digas.
Él aporreó el volante con una mano-Nos vamos a reunir los tres con esa intención, por eso he dicho de ir a buscarte.
Berta no le miraba, seguía mirando como pasaban los postes de las farolas por la ventanilla-Que no se lo digas. Romperás tu relación con ella.
Dani se mordió el labio inferior y la miró de reojo- No creo, lo entenderá.
-Conozco demasiado bien a Patricia…-comentó.
Lo único que él hizo fue resoplar y se quedaron en silencio hasta llegar a la casa. Una vez en la puerta, ambos intercambiaron una mirada y Berta negó con la cabeza.
-Estoy decidido a contarlo-sentenció él.
-La vas a cagar.

En ese momento abrí la puerta y ambos me miraron con una sonrisa, yo les sonreí también- Estaba escuchando murmullos y he abierto.
Entraron en casa y Berta me dio un abrazo. Lo tenía todo preparado encima de la mesa del salón, el café estaba recién hecho, pensé en hacerlo y así no tener que estar esperando.
-¡Que bien huele!- exclamó mi amiga.
Nos sentamos en el salón y Berta cogió un paquete de galletas alucinando- ¡Estas son las galletas que compraba mi madre cuando era pequeña!
Sonreí- Sabía que te iba a gustar ver esas galletas.
Berta asintió mirando la caja y después la dejo en la mesa. Empezamos a tomar café, Dani sacó su repertorio de chistes malos y empezó a lanzar uno detrás de otro, Berta se moría de la risa y su risa me contagiaba a mí.
Acabamos con todo el café, aunque la verdad es que no hice mucho, pero Berta seguía comiéndose las galletas de aquella caja. Por un momento vi que Dani y ella se miraban y él le asintió disimuladamente, tras eso me miró fijamente a los ojos.
-Patricia… tenemos que contarte una cosa
Me extrañé acomodándome en la silla, les miré a los dos esperando escuchar esa cosa.
Mi amiga estaba nerviosa.
-Sí, es algo… que pasó hace un tiempo, y que… siento que tengo que contártelo.
Fruncí el ceño-¿Qué pasa?
Dani agachó la cabeza y se mordió una uña, después buscó mi mirada de nuevo. Berta ni me miraba, sentía vergüenza si lo hacía.
-¿Qué pasó?- pregunté empezando a ponerme nerviosa.
-Pues… pasó algo- hizo una pausa- una noche- miró a Berta y esta le miró a él- entre Berta y yo.
Miré a los dos, el corazón empezó a latirme rápidamente y apreté el puño con fuerza, pero ninguno se dio cuenta.
-Lo siento- Dijo Dani.
-¿Por qué dices “Lo siento”?-pregunté.
-Porque… estaba saliendo contigo y…me acosté con Berta.
Le sostuve la mirada por un momento, unas lágrimas me llegaron a los ojos, no dije nada.
Dani me miraba y al ver que no respondía, ni hacía ningún comentario, miró a Berta, esta se encogió de hombros y puso cara de decir “No tenías que haber contado nada”
-Patricia… espero que lo entiendas

Agaché la cabeza y me quedé así por unos instantes, tratando de retener las lágrimas.
-Fue culpa mía- dijo Berta de repente. Dani la miró extrañado.
-No fue tu culpa, el que puso los cuernos fui yo.
Berta asintió- Fue culpa mía- hizo una pausa- estuve provocándote todo el día y después me metí en tu cama.
Dani negó rotundamente- Eso lo hacías porque no sabías que estaba con Patricia.
-Claro, si lo hubiera sabido no lo hubiera echo pero… la culpa fue mía, hice que cayeras en mi trampa.
Hubo un silencio y yo seguía allí, cabizbaja, escuchando sin decir nada.
-Pero yo caí en tu trampa y no tenía que haber caído-me miró preocupado- Patricia… ¿No dices nada?
Alcé la mirada y les miré a los dos, mi mirada no transmitía ni odio, ni ganas de matarles, si no desconcierto y pasando de todo.
-Patricia vuestra relación no puede irse al traste por esto- me dijo Berta incorporándose, preocupada.
Les miré por última vez, me levanté de la silla y me fui a encerrarme en mi cuarto. Los dos se miraron y agacharon la cabeza al mismo tiempo.
-Si te hubieras estado callado
Él negó-No podía, no me siento bien estando con ella porque me siento una mala persona al recordar lo que pasó entre tu y yo.
-Pobre Patricia-negó rotundamente- y todo por mi culpa
Dani la miró enfadado- No digas más que fue por tu culpa ¿De acuerdo?- cogió una galleta y se hizo hacia atrás en la silla, bruscamente, lleno de rabia.

Continuará...

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